Una de las mejores maneras de evaluar nuestra vida es preguntándonos si estamos cumpliendo con nuestros roles y responsabilidades como deberíamos hacerlo; porque muchas veces podemos considerarnos buenos padres, hijos, hermanos, amigos, profesionales, pero ¿cuán cerca estamos de parecernos a Jesús?

El mandamiento más importante que tenemos que cumplir es: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y con toda tu mente” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De nada nos sirve conocer este principio si no somos capaces de demostrarlo genuinamente a todas las personas con las que nos relacionamos.

¿Cuál es el propósito de todo lo que hago? ¿Cuál es mi principal motivación? ¿A qué le estoy dando más valor? Son tres preguntas que deberíamos hacernos cada día, porque si nuestra meta no es darle la gloria y la honra a Dios en todo lo que realizamos, entonces no estamos cumpliendo el propósito con el que fuimos creados.

Si por alguna razón desviaste tu mirada a cosas que son pasajeras y descuidaste tu amor hacia Dios, a tus seres queridos y a tu prójimo, hoy te animo a reenfocar no sólo tu vista, sino también tu mente, fuerzas y corazón hacia nuestro Salvador, porque su venida está muy cerca y no habrá excusa que valga cuando tengamos que presentarnos delante de Él.

No se trata de saber y actuar sino de vivir por principios y convicciones, agradando a Dios y reflejando su amor a los demás.

Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo. Filipenses 3:13-14 (TLA)

Estamos llamados a seguir las huellas de nuestro Maestro y ser como Él.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario