En el año 1943 un aviador Francés llamado Antoine de Saint-Exupéry, exiliado en Estados Unidos debido a los conflictos bélicos de la época, escribió un cuento llamado “El principito”.  Con el paso de los años esa pequeña historia se convertiría en un éxito literario logrando vender más de 140 millones de copias en todo el mundo.

Aunque al principio se consideraba sólo un libro infantil por la forma en la que está escrito,  después se convirtió en una obra literaria de agrado para personas adulta, debido a que en cada capítulo trata temas profundos como el sentido de la vida, el amor, la amistad, la soledad y la pérdida.

Aunque usa bastantes figuras imaginarias y situaciones muy ficticias, algunos párrafos se han convertido en frases bastante populares. Una de ellas dice: “El tiempo que usaste para cuidar a tu rosa es lo que la hace tan importante para ti”.

Al leer el libro e involucrarse con la trama, uno no puede dejar de detenerse y meditar en el significado de esa corta oración. Al momento vienen situaciones a la mente y momentos en los que solemos acreditar costos a las cosas, pero no tanto por lo que materialmente pudo habernos costado, sino por el esfuerzo puesto para conseguirlo.

El capítulo 4 del libro de Jonás relata una enseñanza similar. Después que el profeta había predicado en la ciudad de Nínive sobre la destrucción que vendría si continuaba el pecado, todas las personas reconocieron sus males, se arrepintieron y Dios decidió perdonarlos. Pero el profeta se enojó mucho justificando su huida a Tarsis, ya que consideraba que su trabajo fue inútil puesto que todos fueron perdonados.

Estando a las afueras de la ciudad, Jonás aún enojado, preparó un lugar bajo una calabacera para protegerse del sol, pero de un día para otro su improvisada choza cayó al suelo muerta. El ardiente sol hería al profeta en la cabeza quien se enojó aún más, pero Jehová le dijo: “Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” Jonás 4 Versión Reina-Valera 1960

Nosotros solemos asignarle precios a las cosas que nos rodean basándonos en el esfuerzo, la dedicación o el costo que pusimos para obtenerlas. Pero la dedicación que Dios puso para nuestras vidas supera cualquier otra cosa existente.

En Salmos 8:3, declara que Dios ama su creación porque con sus manos lo hizo todo, en Salmos 139:13-16, dice que Él personalmente nos formó desde que estábamos en el vientre de nuestra madre y sus manos aún siguen trabajando en nosotros, Isaías 64:8.

Jesús es quién que no solo nos creó, sino que cuando nos perdimos fue a rescatarnos pagando el precio más alto que hay, Lucas 19:10.

¿Cómo podríamos negarnos a ese amor?

Una vez más, permítele a Jehová escuchar tu voz cantando de alegría en su presencia, hablando con él en tus tiempos de oración, pensando en sus bondades cuando trabajes, meditando en su voluntad cuando leas la biblia, luchando por tu santidad, negándote a ser vencido por el pecado y  enfrentando cualquier reto que quiera desestabilizar tu fe porque al final lo único que necesitas, es tener de tu lado a quien te ama incondicionalmente: Dios.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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