“Cierto día Samuel le dijo a Saúl: -Fue el Señor quien me dijo que te ungiera como rey de su pueblo, Israel. Ahora escucha lo que Él ha declarado: “He decidido ajustar cuentas con la nación de Amalec por oponerse a Israel cuando salió de Egipto. Ve ahora y destruye por completo a toda la nación”.

Saúl cumplió la orden pero le perdonó la vida a Agag, el rey de los amalecitas y se quedó con lo mejor del ganado, con todo lo que le atrajo. Sólo destruyeron lo que no tenía valor y era de mala calidad.

El Señor le dijo a Samuel: “Lamento haber hecho rey a Saúl, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato”. Al oír esto, Samuel se conmovió mucho y decidió ir a buscar a Saúl al día siguiente.

Cuando lo encontró, Saúl lo saludó con alegría y le dijo: -Llevé a cabo el mandato del Señor.

-Entonces, ¿qué es todo ese gemido de ovejas y cabras, y ese mugido de ganado que oigo? -le preguntó Samuel.

-Es cierto que los soldados dejaron con vida a lo mejor de las ovejas, las cabras y el ganado -admitió Saúl-, pero van a sacrificarlos al Señor, tu Dios. Todo lo demás, lo destruimos.

Dios te envió con una misión y te dijo: -Ve y destruye por completo a los amalecitas, hasta que todos estén muertos. ¿Por qué no obedeciste? ¿Por qué te apuraste a tomar lo que no era tuyo y a hacer lo que es malo? ¿Qué es lo que más le agrada a Dios: tus ofrendas quemadas y sacrificios o que obedezcas su voz? –dijo Samuel.

¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros. La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. Así que, por cuanto has rechazado el mandato del Señor, él te ha rechazado como rey.” (1 Samuel 15:1-23)

Conociendo el final de esta historia, sería bueno que hoy nos hagamos dos preguntas:

-¿A qué o a quién me estoy aferrando tanto que me está apartando de Dios?

-¿Estoy agradando a mi Señor con mi manera de vivir o sólo estoy velando por mis propios intereses?

No es difícil deshacernos de cosas que ya no nos sirven o que dejaron de interesarnos, pero ¿qué de todo aquello que atrae nuestra atención, que aun sabiendo que no es bueno lo seguimos haciendo o de aquellas amistades que continuamos frecuentando, sabiendo que no son una buena influencia para nosotros y que nos presionan a comportarnos contrariamente a los valores y principios que Dios nos manda en su Palabra? Es un buen momento para analizar si queremos seguir viviendo de esta manera o empezar una nueva etapa pidiéndole a Dios fortaleza, determinación y dominio propio para renunciar a todo lo que nos está apartando de Él e impidiendo hacer su voluntad.

“Entonces me llamarán, pero no responderé; me buscarán de mañana, pero no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría y no escogieron el temor de Jehová, sino que rechazaron mi consejo y menospreciaron todas mis reprensiones.” Proverbios 1:28-30 (RVR-1995)

Debemos estar conscientes de que la obediencia a medias es desobediencia y que de esa manera jamás podremos tener paz en nuestro corazón ni ser felices porque a Dios no lo podemos engañar, Él es Omnisciente y Omnipresente. Es mejor cumplir fielmente lo que nos instruye para que podamos gozar de su bendición, provisión y protección cada día.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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