La La oración un mandato de nuestro Señor Jesucristo para cultivar nuestra relación con Él y nuestro crecimiento espiritual. Pero además es la forma en la que intercedemos unos por otros, en especial para la salvación de los demás.


Una joven empezó a hacer amistad con un vecino, este le habló acerca de Jesús y ella se entregó a Dios; pero esta joven no se quedó de manos cruzadas, sabía que debería transmitir lo que experimentó con el resto de su familia. No fue fácil pero oró mucho por ellos y poco tiempo después fue testigo de cómo uno a uno de sus seres queridos se entregaban a Jesús. ¡Su oración fue su fortaleza pero también la promesa hecha realidad de que ella y su casa serían salvos!


“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2 Pedro 3:9 (RVR1960)


La voluntad de Dios es que todos procedan al arrepentimiento, de eso no hay duda, así que si tienes un familiar que aún no es salvo, debes empezar a orar y si lo estás haciendo, continua intercediendo hasta ver realizada esta promesa. Dobla rodillas a diario por más que todo indique lo contrario.


“Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” 1 Timoteo 2:1-4 (RVR1960)


Quizá la respuesta tarde algo, pero indudablemente llegará, no demos lugar a la impaciencia, al contrario, confiemos que el tiempo de Dios es perfecto.


¡Oremos indefinidamente por la salvación de toda nuestra familia! porque si tu no oras por ellos ¿quién lo hará?

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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