Hace un tiempo atrás, escuché acerca de una historia que había sido publicada en un diario americano.  El reportaje  era sobre una mujer que estaba conduciendo, volviendo a su hogar, cuando se dio cuenta de que un gran camión la seguía. Pensando que lo tenía demasiado cerca aceleró pero el camión también lo hizo y quedaron en una especie de  carrera por un buen tramo.

La mujer, asustada, salió de la carretera y se detuvo en el carril lateral pero vio con asombro que el camión  frenaba detrás de ella y, aterrada, se dirigió a una próxima gasolinera y saltó del auto gritando.

El conductor del camión salió  de su vehículo  y abrió la puerta trasera del coche de la mujer. Allí, agachado, detrás del asiento, se encontraba un malhechor culpable de hurtos y violaciones, que estaba siendo buscado por la policía.

El conductor del camión, desde una posición más alta que la del coche que tenía delante, lo había visto entrar y se lanzó a perseguir el coche de la mujer, no para hacerle daño, sino para protegerla, lo que se hizo inmediatamente llamando a más policías.

Dios siempre está atento a nuestras vidas y, si bien podemos estar seguros de que su protección nunca nos abandona, existen circunstancias en las que nos sentimos perseguidos como esta mujer y empezamos a huir con todas nuestras fuerzas, sin percatarnos del peligro  que nos acecha.

El Salmo 91 nos da una serie de promesas para los que en Él confían y viven bajo el amparo de Dios:

“Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso. Declaro lo siguiente acerca del Señor: Sólo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi Dios y en él confío. Te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales.
Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio. Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección. No tengas miedo de los terrores de la noche  ni de la flecha que se lanza en el día. No temas a la enfermedad que acecha en la oscuridad,  ni a la catástrofe que estalla al mediodía. Aunque caigan mil a tu lado, aunque mueran diez mil a tu alrededor,  esos males no te tocarán. Simplemente abre tus ojos  y mira cómo los perversos reciben su merecido. Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, ningún mal te conquistará; ninguna plaga se acercará a tu hogar. Pues él ordenará a sus ángeles que te protejan por donde vayas. Te sostendrán con sus manos  para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra.  Pisotearás leones y cobras; ¡aplastarás feroces leones y serpientes bajo tus pies! El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación»” (NTV)

Dios siempre tiene una mejor visión de nuestra vida que no se basa sólo en el momento, sino que conoce el pasado, el presente y futuro de cada uno de nosotros, por lo que, aunque no entendamos lo que sucede, podemos vivir confiados.

Mantente atento, que todo el tiempo tu mente y corazón estén dispuestos a escuchar  lo que Dios tiene que decirte; podría estar usando desde tu conciencia hasta las circunstancias que no entiendes para salvarte de peligros que desconoces.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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