Hacer la voluntad de Dios siempre implicará renunciar a determinados anhelos: personales, familiares, profesionales, etc., pero podemos estar completamente seguros que la recompensa a nuestra obediencia será mayor a la que podemos imaginar.

Al igual que un globo aerostático requiere sólo el peso adecuado para elevar vuelo, nosotros necesitamos soltar la carga excesiva que estamos llevando para ganar la carrera.

Como dice Hebreos 12:1 “… quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante”.

Identifica lo que te está estorbando y déjalo, no permitas que siga siendo parte de tu vida. Posiblemente es: duda, incredulidad, temor, conformismo, afán, complejos, traiciones, amargura, resentimiento, alguna adicción, música, series animadas, etc. No te hagas esclavo del pecado, disciplina tu cuerpo y obtén la victoria.

Los que se preparan para competir en un deporte, dejan de hacer todo lo que pueda perjudicarlos. ¡Y lo hacen para ganarse un premio que no dura mucho! Nosotros, en cambio, lo hacemos para recibir un premio que dura para siempre. Yo me esfuerzo por recibirlo. Así que no lucho sin un propósito. 1 Corintios 9:25-26 (TLA)

Si has decidido seguir a Cristo, no permitas que nada ni nadie te impida terminar la carrera, llegar a la meta y obtener la corona de la vida.

¡Corre para ganar!

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario