El 13 de enero de 1982, un avión Boeing 737 que realizaba un vuelo de Washington a Miami,  presentó fallas a pocos minutos de haber despegado y terminó estrellándose en un puente ubicado sobre el río Potomac.

El incidente terminó con la vida de 82 personas: 74 pasajeros, 4 de los 5 tripulantes y otros 4 civiles que transitaban en sus vehículos por el puente en el momento del accidente.  Según informes policiales, la mayoría murió al momento del choque y otros ahogados al no poder salir de la nave sumergida. Sólo 5 personas fueron rescatadas.

El accidente causó un gran atascamiento vehicular debido a que el puente estaba cerca de la Casa Blanca, el Pentágono y el Monumento a Jefferson, por lo que las autoridades decidieron cerrar carreteras y calles aledañas para evitar cualquier tipo de disturbios y mantener el orden.

Algunos oficiales cuentan una heroica historia ocurrida durante las labores de rescate cuando el primer helicóptero llegó a la zona, lanzó una soga con un salvavidas a un puñado de personas que flotaban aferrados a los restos del avión. El hombre que cogió primero el salvavidas se lo pasó de inmediato a uno de sus compañeros para ser evacuado y  cada vez que desde el  helicóptero se volvía a tirar la soga, el mismo hombre lo recibía y nuevamente la pasaba a otra persona. Así lo hizo hasta que por fin llegó su turno para ser rescatado, pero desafortunadamente la fuerza del río creció en pocos minutos y terminó siendo arrastrado por la corriente.

Un acto heroico que vivirá por siempre en la memoria de los que recibieron de sus manos ese salvavidas.

Ese mismo acto de heroísmo es el que podemos ver en Jesús, quien pudiendo librarse a sí mismo del terrible castigo del pecado, decidió cargar todo el peso de la maldad humana sobre sus hombros, hasta llegar a la muerte.

“Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.” Juan 10:11 Versión Dios Habla Hoy

Las condiciones de la humanidad por causa del pecado son similares a ese avión que se estrelló sobre el río Potomac; la chatarra doblada se hunde cada vez más y la corriente crece llevándose todo a su paso. Pero aún queda una esperanza, una soga baja de lo alto con un salvavidas, pero no podemos alcanzarla con nuestras propias fuerzas; sólo Jesús es capaz de poner ese único medio de salvación en nuestras manos.

Hoy conocemos que la cruz representa la decisión que hizo el Hijo de Dios: salvar primero a la humanidad antes que salvarse a sí mismo.

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.” 1 Pedro 3:18 Versión Reina-Valera 1960

No dejes pasar el tiempo. Hoy es el mejor día para reconocer a Jesús como único salvador.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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