Cuando estamos pasando por problemas familiares, injusticias, deudas, etc., siempre tendemos a sentirnos abandonados porque creemos que nadie nos entiende, que nadie puede ayudarnos y que estamos a punto de caer en el abismo.

Permanecemos en un tiempo de silencio, en un desierto que cada vez nos desespera más y por más que nos esforcemos no podemos ver el propósito de esta prueba, pero ¿sabías que Dios permite que te mantengas en un desierto por una razón específica? Tal vez sigues quejándote y buscando culpables de todo lo que te sucede y no le das espacio a Dios para que te hable.

Los desiertos son silenciosos, son esa clase de lugares que quisiéramos obviar, de esos momentos que no quisiéramos que existieran, porque simplemente nos desesperamos al no ver ni oír nada y por más que caminamos, seguimos sin percibir vida alguna, ni sonido alguno y es así como debemos permanecer ante Dios: callados.

Pero Dios dice: “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”. Oseas 2:14

Sin duda, Dios permite que lleguemos a los desiertos de la vida porque quiere hablar a nuestro corazón y  a veces  no hay otra forma de que lo escuchemos si no es por medio de esos desiertos.

¿Por qué no callas por un momento y escuchas lo que Dios tiene que decirte? Deja de quejarte, deja de hablar cosas de las que luego te arrepentirás de haber dicho, simplemente calla, porque Dios quiere hablar a tu corazón.

No busques respuestas fuera del desierto, pues la salida está ahí mismo, Dios te la quiere dar.

Aprovecha que en el desierto no hay nada que te pueda distraer, sólo la voz de tu Padre que quiere hablar a tu vida.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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