Se cuenta que en el año 1735 Juan Wesley viajó desde Inglaterra a la Colonia de Georgia en las Américas. En medio del Atlántico el barco en el que se hallaba encontró una tempestad que puso en peligro la vida de los tripulantes y de los pasajeros.

Juan Wesley se encerró en su cuarto; pero allí pudo oír el canto de un grupo de moravos que, no teniendo recursos para pagar la comodidad de unos camarotes, tuvieron que quedarse en la cubierta y sufrir la furia de la tempestad.

Después que pasó la tempestad el señor Wesley preguntó a uno de los moravos cómo ellos y sus niños podían cantar en circunstancias tan terribles. Él le contestó con una pregunta: Señor Wesley, ¿Conoce usted a Jesucristo? Para el creyente, Jesús echa fuera el temor.

No importa la tempestad en la que te encuentres, quizás el viento sopla implacablemente y pareciera que es una tormenta que no tiene fin. Han pasado días, semanas o quizás meses desde que empezó y no sabes cuánto tiempo más podrás mantenerte de pie. Sin importar lo que ahora estás sintiendo, si tienes miedo o si estás agotado, levántate y canta porque Dios no te abandonará.

“El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;  mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro”. Salmos 18:2 (NTV)

Dios nunca permitirá que una tormenta te dañe, Él es tu refugio, tu Escudo, Roca y Salvador, el único que puede guardar tu vida y calmar la tempestad, si aún no lo ha hecho es porque tiene algo que enseñarte, te está preparando para las bendiciones que tiene para ti.

Confía en Dios y canta con todo tu corazón, puedes estar seguro que pronto la tempestad pasará.

Mi corazón está confiado en ti, oh Dios; mi corazón tiene confianza. ¡Con razón puedo cantar tus alabanzas! Salmos 57:7 (NTV)

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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