Cuentan que a un pequeño niño le gustaba ayudar a su madre en todo lo que podía, especialmente cuando había visitas.

     – Mamá, ¿puedo poner el pan?

     – ¿Tienes las manos limpias?- Siempre era la respuesta de su madre.

Lo mismo sucede con nosotros, si pretendemos presentar a otras personas al Pan de Vida, no podemos tener las manos ni el corazón sucios.

Nuestras vidas deben reflejar el amor de Dios y su obra en nosotros, si solamente nos enfocamos en hablar del evangelio pero no lo vivimos, solamente estaremos dañando el precioso mensaje que llevamos al ensuciarlo con nuestras acciones.

Que nuestra oración diaria sea como la del salmista: “Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio;  lávame, y quedaré más blanco que la nieve” Salmos 51:7  (NTV) para que cada día podamos ser un ejemplo ante los demás.

¿Tienes las manos limpias? ¿Cómo está tu corazón  delante de Dios?¿Es tu vida un ejemplo para los demás? Dios no va a desecharte si fallaste, puedes acudir a Él con un corazón humilde y arrepentido y todas tus manchas serán quitadas.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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