El equilibrio, según el diccionario, es el estado de inmovilidad de un cuerpo sometido a dos o más fuerzas de la misma intensidad que actúan en sentido opuesto, por lo que se contrarrestan o anulan.

Este concepto se aplica en todo ámbito de la vida. Nuestras relaciones, gustos, creencias y hasta los pasatiempos deben tener un límite y un control en nuestra vida, no debemos aferrarnos a una sola cosa porque puede ser contraproducente. Un ejemplo podría ser el ejercicio, puede que éste sea una fuente de trabajo, un hobbie o tal vez una forma de mantenernos saludables y no tiene nada de malo, pero que nos obsesionemos por hacer eso todo el tiempo o que nuestra mente, energías, tiempo y corazón estén enfocadas sólo en eso, harán que perdamos de vista otras cosas que nos dan equilibrio.

Muchos hablan de que el fanatismo por Cristo es un exceso y que es malo porque todo extremo es dañino; es muy cierto el concepto de que todo exceso es contraproducente, sin embargo, debemos entender que el amar a Cristo sobre todas las cosas no es una posición que hace contrapeso, sino  es la balanza que nos ayuda a pesar todo lo que da equilibrio a nuestra vida.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Eclesiastés 3:1 (RVR-1960)

Entendamos que Dios nos dio tiempo para todo en esta tierra, y por eso mismo quiere que tengamos el momento para hacer y disfrutar todo lo que Él nos regala. Si de algo debemos ocuparnos todo el tiempo es de amar a Dios con nuestra vida.

Hoy te invito a vivir con equilibrio, sin inclinarte totalmente por algo, intenta vivir cada cosa en su momento. Nada merece tu entrega total en esta tierra, vive todo en su tiempo y enfócate en lo eterno.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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