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Un mandamiento claro y necesario para los esposos

El Señor da mandamientos a los casados, en este caso me gustaría enfatizar un mandamiento claro y necesario para los esposos: «amen a su esposa». Es para aquellos hombres que un día tomaron la decisión de llevar su relación de pareja a un compromiso delante de Dios en el altar, hasta que la muerte los separe.

Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.

Efesios 5:25 (RVR 1960)

Estas palabras denotan seriedad porque el día del juicio, Dios juzgará a todos los esposos sobre sus decisiones, en especial si obedecieron o no este mandamiento. No olvidemos que el matrimonio es un asunto de máxima prioridad para el Señor.

El amor de «esposos» no es un sentimiento

Los antiguos griegos tenían cuatro palabras diferentes para referirse al amor: eros, que refiere al amor erótico, aquel impulsado por el deseo; storge, el amor familiar, estimulado por la sangre; philia, referente a la amistad y afecto fraterno; y, por último el amor ágape.

Algo que tienen en común los tres primeros es que están relacionados con los sentimientos, lo cual también es fundamental en una relación matrimonial. Sin embargo, recordemos que las emociones son pasajeras, por lo que el Señor pide a los esposos un amor que sea firme, a tal grado que sobrepase lo que sentimos.

El amor que Dios exige

La cuarta palabra para definir el amor es Ágape, esta describe una definición diferente, enfatiza «la decisión» porque elige amar a los que no lo merecen.

El amor Ágape realmente no da prioridad a los sentimientos, sino a las decisiones. Trata de la abnegación por el bien de otro, es decir, aquel que da sin exigir ni esperar retribución, es el que ama incluso cuando es rechazado, no ama para recibir, da porque quiere.

Jesús nos dio el ejemplo

En el mensaje de Dios no solo encontramos el mandato para los esposos, sino también su ejemplo: “así como Cristo amo a la iglesia”. La actitud de Jesús hacia la iglesia es un modelo para el amor del esposo a su esposa, aquel que da primero sin que el otro lo merezca, que puede ser rechazado, pero aún continúa amando, este es  el que se debe imitar.

El Salvador amó, no porque hubiera belleza en su Iglesia, sino para hacerla hermosa.

(Spurgeon)

Este es el amor que cada esposo debe esforzarse en practicar para seguir los pasos de Cristo. Es posible que sea difícil amar a la esposa cuando tiene un carácter terrible, o has permitido que el tiempo deteriore tu relación con ella; pero no es imposible con Dios de nuestro lado.

Recuerda que el amor puede quebrantar el corazón más duro, ama a tu esposa como Cristo nos amó, a tal grado de dar su vida misma para salvarte.


El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

Shirley Chambi

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