¿Cuál es tu actitud después de hacer una acción que beneficie a otro?

Hace un tiempo atrás conocí a una familia que atravesaba por circunstancias difíciles económicamente, pero no faltó la buena voluntad de un vecino que, al ver sus carencias y al contar con los recursos suficientes, extendió su mano para ayudarlos.

La familia estuvo totalmente agradecida con él, hasta que un día cualquiera, un niño (el hijo de otro vecino) les recordó la ayuda que habían recibido. Fue el día en el que cerraron su corazón para no volver a recibir la “caridad” de otros, porque el vecino de “gran corazón” se había encargado de divulgar la necesidad de esta familia para que al igual que él, otros también se brindaran a ayudar.

Dios es sabio al mencionarnos lo que está escrito en Mateo 6:3-4. (TLA):

Cuando alguno de ustedes ayude a los pobres, no se lo cuente a nadie. Así esa ayuda se mantendrá en secreto, y Dios el padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio.

En nuestra naturaleza humana está el resaltar las buenas obras que hacemos, pero a las malas preferimos tenerlas muy escondidas.

Si bien Dios nos dijo que ayudemos a los demás, no es para mencionar lo buenos que somos o que creemos serlo, sino para que nuestra ayuda pueda ser desinteresada, sin el afán de que los demás se enteren y nos echen flores.  Porque de quien en realidad recibiremos la mayor recompensa será de Dios.  Así que cada vez que extiendas la mano para ayudar al necesitado, hazlo en silencio.

Si hoy te encuentras con la disposición de ayudar, toma la iniciativa de hacer algo por los demás, lo cual no necesariamente tiene que encerrarse en lo material o financiero, puedes brindar tu ayuda en actividades que lo requieran, visitar al enfermo, y aún regalar una sonrisa y una palabra amable a todos con los que tengas contacto el día de hoy.

No podemos querer identificarnos como hijos de Dios si no somos capaces de imitar a nuestro Maestro con gestos de amor y compasión hacia nuestro prójimo, lo cual de antemano nos enseñó.

Es posible que hoy  alguien necesite de tu ayuda, la pegunta es: ¿Estás dispuesto a hacerlo?

 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20:35 (RVR1960)

Por Ruth Mamani

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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