El enemigo siempre está tendiéndonos trampas para caer. Somos seducidos por algo atractivo, excitante o prohibido. Se enciende el deseo de hacerlo, de tocarlo, de tenerlo. La mente comienza a trabajar: “Y si lo hago”, “si voy”, “no puedo perder esta oportunidad”, “es ahora o nunca”, “me las vas a pagar”, etc.

El cristiano mientras viva aquí en la tierra no podrá liberarse de las tentaciones pero sí podrá vencerlas; el Señor nos enseña en su palabra que se puede vencer la tentación tal como lo hizo cuando estuvo en el desierto.

Jesús usó la palabra de Dios para resistir a lo que el enemigo le ofreció. Con toda autoridad dijo: “Escrito está…” Cuán importante es que nosotros también conozcamos de la Biblia y aprendamos versículos de memoria para que cuando venga el tentador podamos refrenar sus acechanzas.

Las escrituras también nos dice que es importante buscar de la Presencia de Dios, en Gálatas 5:17 dice que “los deseos de la carne son contra el Espíritu, y estos se oponen entre sí para que no hagáis lo que quisiereis”. Mientras más somos llenos de su Espíritu Santo buscaremos más las cosas de Dios y por lo tanto nuestro anhelo será vivir en santidad; ya no habrá lugar en nosotros para pensar en lo malo.

Otra enseñanza que nos da la palabra, es huir de lo malo. Pablo aconsejó a Timoteo que huyera de las pasiones juveniles. Huir, desde siempre, ha sido considerado como un signo de cobardía, pero cuando se trata de huir de personas o situaciones que nos apartan de Dios, es de valientes, parece complicado pero no imposible.

Creo que no hay excusas para decir que fue fácil caer en la tentación porque si usamos las herramientas que la palabra de Dios nos da, podemos vencer y hacer frente a lo que el enemigo nos quiera ofrecer.

 “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” Romanos 8:37

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario