Un niño, cansado de la disciplina de sus padres, un día decidió huir de casa, creyendo que era la solución para su vida. Sin embargo, una mujer maliciosa encontró a este pequeño y aprovechó de su situación para ponerlo a trabajar para ella, después de unos días el niño logró fugarse y entre indecisiones volvió a su casa. Cuando llegó, vio por la ventana a sus padres, entonces el miedo y la vergüenza lo dominaron haciendo que se quedara afuera toda la noche.

A la mañana siguiente su padre lo halló tendido en el suelo, durmiendo y con mucho frío; en ese momento lo llevó en sus brazos a su habitación y cubrió al pequeño para que entrara en calor.

Al despertar el niño no pudo mirar a su padre cara a cara, estaba muy avergonzado por lo que hizo, pero su papá sin decir palabras simplemente lo abrazó y se alegró de tenerlo nuevamente en casa.

Sin duda es un peligro salir de la cobertura de quien te protege. Es igual y aún más peligroso salir de la protección de Dios por sólo querer experimentar deseos que van en contra de Su Palabra,  por llevar una vida a la ligera y sin control. Es un gran riesgo porque puedes terminar muy herido.

Si estás alejado del Señor, tampoco te quedes aislado, anhelando desde la ventana el abrigo y el calor que Dios ofrece. No dejes que la vergüenza o el sentirte indigno te detenga. Solamente debes tocar la puerta porque Él te ha estado esperando para abrazarte, para darte el calor de su amor y su perdón.

Aférrate a esta Palabra: “Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.” Hebreos 4:16 (NTV)

¡Vuelve a casa!

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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