Hasta el momento, la cifra de contagios de coronavirus supera los 8 millones en todo el mundo. La cifra de muertes aumenta cada día, pero la esperanza se encuentra incluso en las peores situaciones y esta es una de esas historias.
Nos duele ver que otras personas sufren con la COVID-19; pero por más que nos compadezcamos de su dolor, no llegamos a entender por completo qué es estar en su lugar.
En esta pandemia, hay muchas perspectivas que no tenemos el privilegio de conocer a menudo. Podemos ver la realidad como agentes externos; pero no siempre podemos conocer qué piensan los médicos o a qué se enfrentan, por ejemplo.
La joven que se contagió
Diana Rincón es una joven que vive en los Estados Unidos y que hasta hace poco llevaba una vida normal. Con la cuarentena, ella y su familia enfrentaron nuevos desafíos: no solo por el cambio en la rutina, sino también por el impacto económico. Su mamá perdió su empleo y el sueldo de su papá solo alcanzaba para pagar la renta y el auto; pero Diana encontró un buen empleo que le permitía ayudar a su familia. En ese lugar habían algunas personas contagiadas, pero a Diana no le preocupó.
Como el clima es lluvioso en Miami, Diana empezó a estornudar y toser poco; pero no le dio mucha importancia.
Cuando estaba teniendo los síntomas, aquí en Miami estaba lloviendo mucho. Me había mojado en la lluvia dos días seguidos, había frío de lluvia, y tenía como una alergia. Me estaba viniendo mi período; y cuando me vienen esos días, es muy normal que tenga dolores de cabeza. Los síntomas que yo tenía era dolor de cabeza y dolor de garganta, como resequedad: estornudos y una tos muy leve.
El 25 de mayo, se hizo una prueba de coronavirus, y dos días después le informaron que estaba contagiada. Diana cuenta:
Estaba bastante tranquila, y de repente, entré en una crisis y empecé a llorar como si se estuviese acabando el mundo; lloré horrible. Lo primero que hice fue llamar a mi novio y le dije:
—Yo salí positivo y lo más probable es que tú también.
Llamé a mi mamá y le dije que se cuidaran todos y que preparara mi cuarto porque iba a estar en aislamiento.
Mi familia se preocupó bastante...
Ante la noticia, su familia se preocupó, tanto por el bien de Diana como por el de su abuela, quien está más en riesgo debido a su edad y condición física.
Mi mamá estaba llorando, ella reaccionó exageradamente y se preocupó mucho. Vivo en un condominio; al frente vive mi abuela con mi tía, y mi abuela tenía un mes de operada de la rodilla, así que mi mamá la llevaba al médico y compartía mucho con ella.
El diagnóstico que le dieron significaba que debía estar en aislamiento para evitar que contagie a otras personas. Pero también implicaba que debía dejar de trabajar y, por lo tanto, contribuir a la economía familiar.
El impacto emocional
Toda esa situación no hizo que Diana se sienta mal; pero al mismo tiempo encontró paz y consuelo en su fe en Dios.
Me sentí bastante mal los primeros días, más que todo con mi novio porque lo contagié. Me daba pena, me sentía demasiado mal. Con mis papás, era una mezcla: estaba preocupada, pero al mismo tiempo tenía paz. No entendía cómo me había contagiado, porque yo estuve con mis papás todo este tiempo, yo compartía con ellos; y aunque les decía que habían personas infectadas en mi trabajo, y que probablemente yo me pude haber contagiado, ellos me decían que no, que confiara en Dios, que yo no me iba a contagiar. Seguí confiando en Dios, pero me contagié y sigo confiando en Él.
Sigo confiando en Él…
Pese a los problemas que enfrenta, Diana irradia esperanza. Su confianza en Dios hace que ella no vea el coronavirus como algo final. Si bien el encierro le ha afectado emocionalmente, ella no ha permitido que eso la derrote.
Lo que más me ha ayudado es tener mi esperanza en Dios, y tener certeza de que todo está bajo Su control. Leer Su Palabra, estudiar, todo este tiempo me ha ayudado bastante a tener paz y tranquilidad de que lo que sea que pase conmigo, mi vida o este mundo, Dios lo está viendo y no lo está ignorando. Así que, si Él está viendo, tiene el control de todo.
Una historia de esperanza
Lo increíble de todo es que, aunque contagió a su novio; sus papás, hermano y primo que viven con ella siguen sanos. En las pruebas que les hicieron siguen dando negativo. Diana reconoce que hay casos graves, pero en su experiencia, el coronavirus no se sintió así.
Si a mí no me hubieran hecho la prueba, hubiera creído que era una situación normal. Me duró muy poco. El virus, para mí, fue una gripe más. No fue algo que me afectó tanto. Hay cosas mucho mayores, dependiendo de la persona que le dé, el virus se vuelve pequeño. Mi vida en Cristo, mi relación espiritual, todo es mucho más importante que este virus que tengo.
Incluso pese a la delicada situación económica de su familia, Diana ha visto la provisión de Dios en todo momento:
Confíen en Dios, Él tiene el control de todo, como tiene control en mi caso, que no tengo trabajo; el único que trabaja es mi papá y eso le alcanza para la renta o el carro. Dios nos ha provisto y cuidado en todo momento, porque pude haber estado peor; pero gracias a Dios no lo fue.
Como ella tiene fe en Dios, comparte su historia llena de esperanza. Su fortaleza ha hecho que otras personas le llamen porque tienen familiares contagiados. A ellos, y a todas las demás personas, Diana les recomienda que no se asusten.
Primeramente, tienen que tener confianza en Dios. No se asusten. No vean tantas noticias. Al sobrepensar mucho en la situación te puedes enfermar peor; y en realidad, si tomas todo al pie de la letra, y si lees mejor las noticias te vas a dar cuenta de que hay solución. No es que haya una cura. No es que tomes una pastilla y ya habrá una cura; pero hay herramientas que te pueden ayudar y te pueden hacer sentir mejor. Mi mayor recomendación a la gente es que no se asusten. Sí hay casos graves, como todo, hay personas a quienes les da una gripe y se ponen bien graves; pero yo siento que no es algo mayor.
La esperanza es algo que no muchos tienen en estos tiempos. Es fácil caer presa del pánico y pensar que ya no hay solución. Sin embargo, historias como las de Diana nos hacen que ver sí es posible vivir con optimismo. Si más personas imitaran su ejemplo, entonces la pandemia no sería un gigante intimidante, sino una oportunidad para crecer.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.