“Último día nadie se enoja” era el grito de guerra del último día del año en la escuela secundaria. Ya no había sanciones posibles porque los profesores habían entregado los informes finales y estábamos prácticamente solos.
El ritual principal era arrugar las hojas de los cuadernos de tal manera que parecieran repollos de papel. Luego, hacíamos una gran fogata con ellos y bailábamos como salvajes alrededor.
Me pregunto por qué se nos va acabando esa fantasía, esa energía de la juventud para hacer cosas locas. La idea era no dañar a otros por cierto, pero ser escandalosamente felices.
¿Por qué no enojarse al final de todo? Porque es ridículo. Al final de todo ya no hay retorno, ya no hay llamadas a la oficina del director y mañana ya no te pueden aplicar el reglamento.
En una de esas jornadas innombrables, mis compañeros me agarraron entre varios y comenzaron hacerme cosquillas. Ya era sabido que era mi punto más débil. Las cosquillas simplemente me descomponen si son reiteradas.
Fue tal la batahola, que terminé tirado en el piso, con la ropa hecha un desastre. Para peor, semejante episodio me produjo molestos vómitos.
Cuando mis padres me vieron, por supuesto me preguntaron que había pasado. Yo respondí solemnemente: “Ultimo día nadie se enoja”.
El tío Carlos, mi tutor, me metió en el auto, me llevó a la escuela y se quejó ante el rector, que probablemente era el último funcionario que quedaba en las oficinas. El resultado fue que no era posible hacer nada hasta el próximo año.
¿Por que habrían de enojarse ustedes hoy? Al contrario. Lo peor de 2021 es nada comparado con las cosas que fueron posibles y otras que fueron reales. Somos demasiado severos para juzgarnos.
Por eso, las resoluciones de año nuevo me enferman. Las encuentro pusilánimes. Lo que fue, fue, ya está. Tomamos decisiones, hicimos tonterías, acertamos. Y así va a ser el 2022. Hagámonos cargo, por favor.
Eso de que “el próximo año voy a intentar ser mejor” es una excusa de poco precio. Les propongo esto:
Ultimo día nadie se enoja. No tengo ninguna garantía de que las cosas van a ser mejores, o peores. Van a ser. Punto.
Celebremos. Levantemos la copa. Abracémonos como si fuera el último abrazo de nuestras vidas. Total, último día nadie se enoja, damas y caballeros.
Y si alguien se enoja, ofrézcanle educadas disculpas y aléjense lo más pronto posible.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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