A lo largo de nuestras vidas nos topamos con diferentes tipos de situaciones que, de acuerdo a cómo las enfoquemos, nos ayudarán a crecer o nos llevarán a un retroceso.
Para una persona adulta, después de Dios y su familia, su fuente de trabajo ocupa un lugar de bastante importancia; mismo que visto como una obligación, suele quitar el entusiasmo y hasta tal vez las ganas de desarrollarse, lo que repercute en falta de crecimiento laboral, posibles llamadas de atención e incluso en despidos.
Esto puede deberse a que el trabajo sólo se ve como una fuente de ingreso económico y no como una forma de provisión de Dios.
“Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.” Eclesiastés 3: 10 (RVR1960).
Para un creyente, tomar conciencia de que su trabajo es el medio por el cual el Señor lo sustenta, es fundamental, puesto que de esta forma se reconoce las bendiciones y cuidados que tiene Dios para su vida.
Ser agradecidos por esa fuente de empleo es importante, no sólo por lo que significa ante Dios, sino también, porque nos lleva disfrutar la labor y a realizarla con excelencia; es decir, nos cambia la forma de verlo o apreciarlo; de acuerdo al apóstol Pablo nuestro desempeño debe ser el mejor.
“Trabajen con entusiasmo, como si lo hicieran para el Señor y no para la gente.” Efesios 6:7 (NTV).
Si hasta el momento has visto tu trabajo como una carga, te animo a cambiar de enfoque, comienza a agradecer a Dios por este, observa el cambio que se originará en ti y posteriormente en tu entorno.
Por Cesia Serna
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.