En la Biblia encontramos que hay características que hacen a una buena mamá, y que Dios bendice a la mujer que sigue estos principios básicos.
El amor por un hijo no es algo que se adquiere de forma automática cuando se da a luz. Hay miles de mujeres que rechazan a sus propios hijos y, por otra parte, hay otras que aman y cuidan a niños como si fueran sus propios hijos.
De acuerdo a la Biblia, una buena mamá ama a sus hijos (Tito 2:4; Efesios 5:1-2) porque son un regalo de Dios (Salmos 127:3). Sin embargo, si no se tiene amor, no se puede dar amor.
Incluso cuando no sentimos amar a alguien, Dios nos da la capacidad de hacerlo con un amor que sobrepasa todos los límites, y Él puede dotar a cualquier mujer de un corazón tan grande como para amar de esa manera (Isaías 49:15).
En Proverbios 31:10-31 se encuentra una lista de las cualidades que toda mujer -y madre- debe tener. En esos versículos se explica que mucho de la felicidad y estabilidad de un hogar depende de la mamá. Esto no elimina la importancia de un hombre como cabeza del hogar, sino que resalta que la madre es quien mantiene unido al hogar, y gracias a quien se encaminan las cosas.
La fe de una madre sirve de ejemplo para sus hijos de generación en generación. Eso fue lo que sucedió con Timoteo, un joven que impactó a su generación, y el cual fue el resultado de la fidelidad a Dios de parte de su mamá y su abuela (2 Timoteo 1:5). Gracias a estas dos mujeres, él se convirtió en uno de los personajes más emblemáticos de la Biblia, pues no solamente amó a Dios sobre todas las cosas y sino que vivió de acuerdo al propósito que Dios tuvo para su vida.
La enseñanza de una madre a sus hijos permanece con ellos aún después que ella se ha ido. Es por ello que es una responsabilidad y una bendición que Dios le encargó a las mamás (Proverbios 1:8, 22:6, 31:26-27). Una madre no solo debe educar a su hijo sobre la vida, sino que también debe guiarlo a conocer más de Jesús y fomentar que desarrolle una relación estrecha con Él (Deuteronomio 4:10, 6:6-7; Efesios 6:4). De este modo, será un hombre o una mujer de bien en el futuro.
Hay miles de historias de madres que han salvado a su familia porque Dios respondió su oración. Cuando una madre ora con sinceridad y fervientemente por su familia, aún cuando parezca que todo está perdido, Dios responderá su oración y salvará a su familia (Juan 14:13).
La Biblia nos dice que Dios castiga a quien ama, es decir que el castigo merecido, es una forma de demostrar amor real. Esto no es con el fin de infligir dolor en el hijo, sino de enseñarle que está procediendo mal y evitar que sus acciones traigan peores consecuencias (Proverbios 13:24, 19:18, 22:15, 23:13-14).
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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