Ser la persona encargada de cuidar un anciano no es cosa fácil. Se requiere de mucho amor, mucha paciencia, tolerancia, meditar en la palabra de Dios y ser eficiente distribuyendo el tiempo, ah, y el dinero.
Esto lo digo porque sí, soy una de las miles de personas en el mundo que han decidido cuidar a sus padres en lugar de ponerlos en un lugar donde, si bien es cierto que les atienden bien, y que como muchos dicen, están con personas que a la hora de que les ocurra un problema mayor, son enfermeros y tienen doctores a la mano para encargarse de ellos; no es igual a estar en su casa y con su familia.
La mayoría de los padres que han sido enviados a esos lugares, se deprimen, se sienten que los han apartado y normalmente los familiares los visitan con regularidad los primeros meses, pero luego, el tiempo se va invirtiendo en otras cosas y otras personas y ellos llegan a sentirse abandonados.
Algo que debemos tener siempre muy presente a la hora de cuidar de ellos, es que todos, absolutamente todos vamos a envejecer. Entonces, es lindo tener la consideración con ellos, que te gustaría que tuvieran contigo si es que llegas a ser tan longevo.
Otra cosa que me encanta es que han vivido tanto, que siempre tienen cuentos, y como dice el dicho: “recordar es vivir”. Es importante que recuerden, y si están un poco desmemoriados, (algo absolutamente normal en esas edades), muéstrales fotos y pregúntales cómo se sintieron en ese día, en esa ocasión. Trata de recordarles también los nombres de las personas cercanas y la familia completa. Cumpleaños y aniversarios de familiares y amigos son importantes. Y sobre todo, dales mucho amor…aunque a veces parezcan indiferentes o fríos. Piensa que tal vez en su mente no se están dando cuenta de lo que está pasando en ése momento.
Agradece a Dios que te ha permitido compartir mucho de tu vida con ellos, y siente que le estás sirviendo a Él a través de ellos.
»Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios. Éxodo 20:12