Es maravilloso saber que nuestro Creador, nuestro Padre Celestial no nos obliga, no nos impone Su presencia. Si leemos Su Palabra, la Biblia, nos deja claro que Él no quiere nada a la fuerza. No necesita que nadie haga nada por Él. Por eso nos dio el libre albedrío. La posibilidad de escoger, de elegir.
Lo que hagamos con esa licencia que nos dio es lo que podemos definir como nuestra historia de vida. Muchos elegimos seguirle, servirle, tener una relación con Él; pero muchos deciden que no lo necesitan… hasta que están tocando fondo.
Siempre he dicho que Dios es un caballero. Él no impone nada.
Muchas personas cuando quieren reclamarle a Dios las injusticias en el mundo, se atreven a cuestionarlo y piensan que ellos hubiesen hecho un mejor trabajo y todo hubiese sido perfecto. ¡Qué atrevidos! ¿Piensan que Dios nos hubiese hecho como robots? ¿Les habría gustado eso? ¿Que fuéramos seres sin ninguna posibilidad de decisión, pensando y actuando todos igual? ¡Qué aburrido sería!
La vida no es fácil. Dios nunca nos prometió que lo sería, pero es divertida y nos desafía con retos que debemos vencer a diario. Eso es vivir; es la manera de hacernos mejores, de crecer espiritualmente, de madurar y acercarnos más a Dios. Lo necesitamos, así no queramos reconocerlo.
Llega el día en que tenemos que arrodillarnos y pedirle ayuda. Y Él siempre está ahí, presto a ayudarnos. Todos lo hemos experimentado. No me canso de decirlo. Así de tanto nos ama Dios, pero jamás se impone. No nos obliga ni nos obligará.
Si tú estás leyendo esto y aún no has tomado la decisión de arrepentirte de todo lo malo que has hecho, abrirle tu corazón a Jesús y pedirle que sea tu Señor y tu Salvador, no pierdas más tiempo. Él está esperando que tú te decidas. Jamás te va a obligar. Está tocando tu puerta ahora y si lo decides, te garantizo que será la mejor decisión de tu vida.
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.