De las preguntas más comunes que se hace un individuo cuando se enfrenta a una tribulación en su vida, es ¿Por qué a mí? o el sentimiento de no es justo, principalmente cuando son ocasionados por circunstancias que están fuera de su control. Como cuando llega a su final la vida de un buen esposo dejando esposa e hijos pequeños. Cuando a unos padres se les informa del diagnóstico de cáncer de su hijo, del nacimiento de un bebé con capacidades diferentes, los accidentes trágicos; o bien, otro tipo de dificultades como la pérdida o falta de un buen trabajo, las bajas en el negocio, la traición de un amigo, un cónyuge, por mencionar alguna casos.
La realidad es que mientras estemos en este mundo imperfecto, nadie se escapa de las tormentas de la vida. Así lo vivieron los grandes hombres y mujeres de la Biblia. Aún cuando lo leamos como historia, es una verdad que lo sufrieron y bastante, como Ana y Sara que padecieron varios años de esterilidad; o Job, un hombre bueno y leal a Dios que lo perdió todo, hijos, esposa, salud y riquezas, pero al final venció gracias a su fe y actitud humilde.
Así que si sientes que la vida te quitó algo o alguien, siempre puedes salir adelante con lo que te dejó. Recuerda “si la vida te da limones, haz limonada”. No puedes hacer nada para cambiar lo sucedido, pero si tu actitud ante lo que harás de hoy en adelante, confía porque Dios es experto en cambiar problemas por bendiciones, siempre y cuando hagas estas 2 cosas:
1) Aceptación
Cuando recién se está pasando por la tribulación, es válido pasar por la fase de duelo, donde se está sufriendo, llorando, desahogando el alma de la tristeza, el enojo, frustración, mismas que con toda confianza puedas externar a Dios, que mejor El Señor que te conoce y está cerca de ti, para desahogar tu pena.
Esto no significa que estés destinada a sentirte siempre víctima y deprimida por las circunstancias, para nada. En Filipenses 4:7 nos enseña que la Paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarda nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús.
Esa es la bendición de Dios, que aún en la inseguridad, puedes llegar a sentirte segura y protegida por El. Por eso es que “sobrepasa todo entendimiento”. Así que después de sufrir y asimilar la tribulación no dejes que tus sentimientos tristes gobierne tu vida. Ten la disposición de aceptar que nada de lo sucedido puede cambiar, y que tu actitud sea movida por el intelecto y la voluntad de seguir adelante.
En su momento cuando el Señor regrese, ha prometido dejar claro todas las dudas y poner fin a las injusticias.
2) Animar a otros
En mi cumpleaños pasado, mi esposo me obsequió un auto, desde entonces cuando voy en el tráfico veo autos similares al mío, mismo modelo y color.
Antes, ni los identificaba, pero desde que lo manejo me di cuenta que hay muchos como el mío. Así sucede con los problemas, hasta que los vives, te das cuenta que alguien más lo ha experimentado o está en el proceso.
Por más difícil que sea tu situación, en el mundo hay más personas padeciéndolo, y si estás dispuesta, puedes alimentar la fe de otros con tu propio testimonio.
Muchas de las instituciones de beneficencia como casas hogar para niños, apoyo a mujeres maltratadas, centros de ayuda de niños a con cáncer; así como libros, conferencistas motivacionales, etc., hoy existen gracias a personas que decidieron superar toda esa negatividad y adversidades en su vida, para ayudar a casos similares al suyo.
Ánimo, tu experiencia de vida puede ayudar alentar a otros a seguir adelante.
“Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo”. Gálatas 6:2