“Más os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal.” Romanos 16: 17-19.
La simple lectura del capítulo 16 de Romanos nos muestra una lista de personas a la que el Apóstol Pablo quería saludar, quizás para nosotros como lectores sea simplemente eso, pero para él, seguramente eran personas muy importantes, ya sea porque él mismo les habría compartido la fe o bien porque eran valiosas para la expansión del Reino.
Pero en medio de esta lista de saludos, Pablo introduce una advertencia contra las personas que causan divisiones y tropiezos enseñando una doctrina equivocada. La recomendación es apartarse de tales personas porque son motivadas por fines personales o egoístas, ya que solo se sirven a sí mismos.
Sucedía que en las iglesias que el Apóstol plantaba estableciendo fundamentos sólidos, luego de su partida, falsos maestros se infiltraban tratando de predicar un Evangelio distinto, en muchos casos relacionados con el cumplimiento de las tradiciones judías.
Más allá de lo que pasaba puntualmente en la iglesia de Roma, podemos adoptar las mismas recomendaciones para el presente. Muchas veces hay infiltrados en las iglesias que deslumbran con sus dones o talentos, sin embargo al poco tiempo vemos con tristeza que los frutos que dejan, no son otros que divisiones para la iglesia y tropiezo para aquellos que los siguen. Bajo una apariencia de piedad sirven a sus propios intereses o necesidades de exposición.
Los cristianos de la iglesia de Roma se habían ganado un muy buen nombre entre los creyentes, ya que su obediencia era notoria a todos y esto era motivo de gran alegría para el Apóstol Pablo. Por lo tanto los exhorta a ser sabios para el bien, lo cual significa ser instruidos de la Palabra e ingenuos para el mal, lo que representa una advertencia para no mezclarse con lo malo. En relación a esto, Pablo en su primera carta a los Corintios dice: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en cuanto a la malicia, y maduros en cuanto al modo de pensar” (1 Corintios 14:20).
Daniel Zangaro
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.