El hijo de un misionero, que ya era adulto, relataba cómo su madre, una mujer que amaba profundamente a Dios, hizo que su infancia sea magnífica a pesar de que ellos tenían limitados recursos económicos en el lugar donde vivían.

Cuando hablaba de la pobreza que pasaron no se refería a ella con tristeza o lamento, al contrario él mismo decía: jamás sentí que éramos pobres, porque teníamos en nuestro hogar a Dios.

La alegría en la vida no sólo proviene de lo que podamos tener o ser, sino en quién está depositada nuestra esperanza. Cuando está puesta en Dios, a pesar de lo que podamos estar pasando, tendremos en el corazón la certeza de que no estamos solos y abandonados.

Además, también tendremos las herramientas para seguir y salir victoriosos sobre cualquier circunstancia desfavorable que estemos pasando.

El Rey David clamaba a Dios en momentos de tristeza, persecución, escases y en todo, pues su gozo provenía sólo de Él: “Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.” Salmos 4:7 NVI Aunque no tenía motivos para estar alegre, porque lo perseguían, era mayor la presencia de Dios en su vida que cualquier otra cosa.

Si no tienes motivo alguno para estar feliz, te animo a considerar que tienes a Dios que a pesar de lo negativo a tu alrededor, pondrá alegría en tu corazón si sólo confías en su Poder y amor, pero también te ayudará en tu necesidad.

¿De quién o de qué proviene la alegría de tu corazón?

“Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre.” Salmos 73:26 (NTV) 

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario