Cuando pasamos por buenas temporadas solemos hacernos un poco orgullosos y descuidamos el tiempo con Dios. Aun así, nuestro Dios es tan magnífico y tiene un amor tan inagotable, que sigue amándonos y recibiéndonos con los brazos abiertos si regresamos arrepentidos.
Esto dice el Señor: «No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría, o el poderoso, de su poder, o el rico, de sus riquezas.Pero los que desean jactarse, que lo hagan solamente en esto: en conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor quien demuestra amor inagotable y trae justicia y rectitud a la tierra, y que me deleito en estas cosas. ¡Yo, el Señor, he hablado!
Jeremías 9:23-24 (NTV)
Hay quienes continúan en temporadas difíciles y no entienden el porqué. En esos casos debemos preguntar a Dios, ¿qué debemos aprender de esto?
Definitivamente nos agradan más las temporadas buenas, la comodidad, cuando todo marcha bien, pero procuremos no olvidar en ningún momento, en ningún tiempo, bueno o malo, ese amor inagotable de Dios. Ese gran amor que muchos no podemos entender. Ese inigualable cariño, esa atención sin fin que tiene sobre nosotros.
De la misma manera, debemos tratar de amar a quienes tenemos en nuestro entorno, con gran amor, con amor inagotable. Mostrando el amor de Jesús a otros es la mejor manera de dejarles saber sobre Él. Y no olvides mencionarlo cuando te pregunten la razón por la que pareces tan feliz y lleno de paz.
Tan sencillo como contarles todo lo que ha hecho Dios en tu vida. Decirles cuánto te ha ayudado a cambiar de ti mismo. Hablarles de esa paz que sobrepasa entendimiento porque no tememos a la muerte. Sabemos que al creer en Él, nos vamos con el Señor al partir de este mundo.
Hay personas a quienes se nos puede hacer más difícil amar. Pero esforcémonos por mostrarles el amor de Jesús, aun cuando sean duros de querer. Es fácil amar a quienes son bondadosos, amables y generosos con nosotros. El reto es amar a quienes no lo son. Inténtalo. Ponle una sonrisa a Dios en la cara.
Padre amado de los cielos. Bendito seas mi Dios. Te doy gracias por ese amor inagotable que sientes por nosotros, te agradezco por Tu perdón. Ayúdame Señor, a amar a esas personas que me vienen a la mente en este momento, que me son difíciles de querer por sus comportamientos. Tengo que recordar que a Ti te place cuando amamos y más aún cuando nos esforzamos por amar a esos que son difíciles de querer. Gracias por Tu amor y Tu ayuda con esto mi Dios, que te pido en el nombre de Jesús, amén y amén.
¿A cuántas personas te tienes que desafiar a querer porque son difíciles de querer? Y, ¿cuáles son los pasos que vas a tomar para mostrarles amor?
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