Cuenta una historia que había una vez, en un frío día de invierno, un burrito al que tanto la estación, como la comida que su dueño le daba, le desagradaban profundamente. Cansado de comer insípida y seca paja anhelaba, con todas sus fuerzas, la llegada de la primavera para poder comer la hierba fresca que crecía en el prado.

Entre suspiros y deseos, llegó la tan esperada primavera para el burrito, en la que poco pudo disfrutar de la hierba, ya que su dueño comenzó a segarla y recolectarla para alimentar a sus animales. ¿Quién cargó con ella? El risueño burro, al que tanto trabajo hizo comenzar a odiar la primavera y esperar con ansias el verano.

Pero el verano tampoco mejoró su situación, ya que le tocó cargar con los granos y los frutos de la cosecha hasta la casa, sudando terriblemente y abrazando su piel con el sol. Algo que le hizo volver a contar los días para la llegada del otoño, que esperaba que fuera más relajado.

Llegó al fin el otoño y con él mucho más trabajo para el burrito, ya que en esta época del año, toca recolectar la uva y otros muchos frutos del huerto, que tuvo que cargar sin descanso hasta su hogar.

Cuando por fin llegó el invierno, descubrió que era la mejor estación del año, puesto que no debía trabajar y podía comer y dormir tanto como quisiera, sin que nadie le molestara. Así fue, como recordó lo tonto que había sido.

Para ser felices no necesitamos todo aquello que ven nuestros ojos, lo que nos ofrece la publicidad ni los que otros poseen. Podemos ser felices con lo que Dios nos da porque eso es exactamente lo que necesitamos.

“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”. 1 Tesalonicenses 5:18 (NTV)

Muchas veces la gente se pasa años buscando tener más, buscando vivir la historia de los demás y en esa su búsqueda lo único que hacen es aumentar su infelicidad porque cada vez que llegan a donde pensaron que serían felices se dan cuenta de que algo más les  hace falta y ven que abandonaron cosas muy valiosas por algo que no existe.

No está mal querer superarse pero no vivas desdichado ignorando que, en realidad, podrías ser una de las personas más bendecidas del mundo.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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