¿Alguna vez escuchaste la frase? “El pez cae por su propia boca”, ahora, ¿cuántos hemos oído hablar a alguna persona más de lo que debía? o quizás hemos sido nosotros mismos los que hemos conversado sin percibir de nuestro exceso de palabras.

Es muy fácil hablar pero callar es realmente difícil, pues siempre tenemos algo que decir, pero debemos recordar que cada una de nuestras palabras serán puestas en una balanza y ellas mismas nos condenaran o nos darán libertad.

“Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho” Mateo 12:36 (NTV).

¿Alguna vez pensaste que tus palabras podrían acusarte? Muchas veces damos rienda suelta a nuestra lengua y dejamos que nos involucre en mentiras, chismes, murmuraciones, etc. sin percibir que está dirigiendo nuestra vida.

Las palabras necias que salen de nuestra boca no sólo dañan nuestro testimonio sino que lastiman a los demás e incluso pueden causarles la muerte. ¿Alguna vez han sentido dolor por las palabras que dijiste? o ¿Haz dañado a alguien?

Es tiempo de tomar el control de tu lengua y que empieces a llenar tu corazón de buenos sentimientos para que todo lo que salga de ti, edifique y bendiga al que te escuche “Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón” Mateo 12:35 (NTV).

¿Qué hay en tu corazón? Hoy es buen día para sacar aquello que te daña y te perjudica, llena ese espacio con el amor de Dios y habla de ese amor que el mundo necesita.

Cuando quieras dar tu opinión sobre alguna cosa o situación recuerda esto: “Lo que voy a decir es bueno, es verdad y ayuda a alguien”  siempre ten presente a Dios en todo lo que hagas y digas, que tus palabras sean las que te defiendan y sean el reflejo de lo que hay en tu corazón.

Por Judith Quisbert

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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