Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. Juan 12:3 (TLA)

Estaban Jesús y sus discípulos sentados en la mesa, le acompañaba su buen amigo Lázaro a quien Jesús lo había resucitado y sus dos hermanas: Marta servía como de costumbre, pero María, ¿Dónde estaba María? Ella estaba ocupada preparando algo especial para su Señor, se trataba de un perfume muy valioso y costoso que en el momento preciso decidió derramarlo  a los pies de Cristo, lo enjugó con sus cabellos sin importar la crítica que recibiría de los demás y la casa se llenó del olor del perfume.

Muchos se preguntarían diciendo: si el perfume era demasiado costoso entonces ¿Por qué lo derramo? Lo hizo porque tenía un corazón adorador y lleno de gratitud a Dios por el sentido que la había dado a su vida; porque cuando María conoció al Señor se dio cuenta que nada tenía más valor que rendir su vida a Cristo y experimentar su amor, lo cual la llevó a pensar que ni aun su propia vida lo era todo.

Tal vez para la sociedad las posesiones materiales, los grandes logros y aún la vida misma es lo más valioso que podrían considerar como un perfume, pero para ti ¿cuál es tu perfume? ¿Qué es aquello que estas dispuesto a ofrecer a Dios? María no se reservó nada para ella misma, cuando ella decidió verter el perfume a los pies de Cristo, lo derramó todo. No pensaba en los discípulos, ni en su hermano Lázaro ni en su hermana Marta. Sólo Jesús llenaba su corazón de agradecimiento y de adoración. “Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros. Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos” (Salmo 45:7-8)

Si hoy decides ofrecer a Dios tu vida, tu tiempo, tu talento, tus capacidades y todo lo que es valioso para ti, hazlo en forma completa, porque Él no pide una parte de ti solamente, demanda todo tú ser. Por lo tanto, ser un discípulo de Cristo implica negarse a uno mismo y renunciar a todo aquello que es un obstáculo, no importa si la gente a tu alrededor levanta su mano para criticarte, Él Señor está contigo para defenderte. Él defendió a María y dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. (Mateo 14:6). ¿Quién no estaría tranquilo con esas palabras?

Este es el mejor tiempo para derramar tu perfume a los pies de Cristo y Él permitirá que su olor fragante no pase desapercibido. Por Ruth Mamani

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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