La obscuridad siempre ha sido aprovechada para realizar delitos; cuando hay ausencia de luz no se pueden puede percibir las cosas que pasan alrededor y de esto toman ventaja aquellas personas malhechoras.

¿Pero qué pasa cuando también nosotros actuamos así? Pues cuando vivimos en pecado somos como esos delincuentes que se escudan de la obscuridad para pecar, desobedecer y ser rebeldes.

En Juan 3:20-21 (NTV) dice que: “Todos los que hacen el mal odian la luz y se niegan a acercarse a ella porque temen que sus pecados queden al descubierto, pero los que hacen lo correcto se acercan a la luz, para que otros puedan ver que están haciendo lo que Dios quiere.”

El pecado nos llevará a la penumbra sutilmente, hasta alejarnos de Dios y de su gracia. Incluso hace que veamos de forma distorsionada nuestra vida, haciéndonos creer que estamos bien sin Su luz, pero eso es mentira. También pasa que muchos permanecen separados de Dios por miedo a ser juzgados, sienten que no son merecedores de su perdón y amor por todo lo que han hecho.

El Señor no desea que el hombre permanezca en ese estado, aislado de su presencia y su amor, por eso no debemos tardar en ponernos a cuentas cuando pecamos, confiando en su genuino perdón. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16 (RVR1960)

Su mano está extendida para ayudarte de pasar de la obscuridad a su Luz eterna, ¿Quieres recibir de su amor y perdón?

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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