Podemos tener dinero, cosas materiales, títulos y todos los lujos del mundo, pero si Cristo no está en nuestro corazón, nuestra vida no tiene sentido ni tendrá un final feliz.

“Jesús dijo: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?” Marcos 8:36 (DHH)

Salomón, un hombre lleno de sabiduría, expresó lo siguiente: “Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor; pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido; era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte”. Eclesiastés 2:10-11 (NTV)

Es hora de reflexionar y hacernos la siguiente  pregunta: ¿Me esfuerzo por obedecer a Dios y descansar en sus promesas o mi preocupación es por la vida física y cosas materiales?

Nuestro Señor Jesucristo fue claro al decir que “todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.”(Marcos 8:35). Si haz recibido mediante la fe a Jesús en tu corazón, estarás seguro que nada tiene más alto valor que obedecer a Dios.

Recuerda que el Señor conoce tu corazón y tú sabes cómo estás delante de Él. Te animo a apartar un tiempo este día para estar a cuentas con Dios, sé sincero con Él y pídele perdón.

“Yo conozco tus obras… Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:15-20 (RVR1960)

No olvides que todo aquél que se arrepiente y vive en obediencia a la palabra de Dios pasa de muerte a vida eterna.

Oremos:

“Señor, me acerco a ti porque sé que te necesito, perdóname por darle más importancia a las cosas de este mundo y restarle valor a las cosas celestiales. Hoy decido renunciar a todo aquello que me aleja de ti y empezar a seguirte en obediencia. Gracias por tu misericordia y amor. Amén.”

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario