“Las puertas de Jericó estaban bien aseguradas por temor a los israelitas; nadie podía salir o entrar. Pero el Señor le dijo a Josué: « ¡He entregado en tus manos a Jericó, y a su rey con sus guerreros! Tú y tus soldados marcharán una vez alrededor de la ciudad; así lo harán durante seis días. Siete sacerdotes llevarán trompetas hechas de cuernos de carneros, y marcharán frente al arca. El séptimo día ustedes marcharán siete veces alrededor de la ciudad, mientras los sacerdotes tocan las trompetas. Cuando todos escuchen el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a voz en cuello. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento».” Josué 6: 1-5 (NVI).

Ante los muros de Jericó, el pueblo de Dios tuvo que unirse para dar varias vueltas durante siete días, al derrumbarse las inmensas murallas que tenían en frente de ellos pudieron ver la Gloria de Dios. ¡Qué gran victoria obtuvo Israel en ese momento! Pero te imaginas si uno de ellos hubiera dicho: “Me siento cansado, que tal si me quedo orando por ustedes para que Dios les de la victoria”. Tal vez la historia sería diferente, porque posiblemente muchos otros se hubieran sumado a ése pensar provocando así una completa división entre ellos, lo cual los debilitaría en número y en fuerza para cumplir su objetivo, pero como de antemano tenían la promesa de la victoria si cumplían con su parte, decidieron mantenerse unidos hasta el final.

Hoy por hoy, las cosas no han cambiado mucho, Dios sigue exigiendo la misma unidad a su pueblo, porque ante una iglesia unida no hay demonio que se resista y de ello está consciente satanás, por lo que ha sabido cómo entretener al pueblo de Dios haciéndonos caer muchas veces en religiosidad, en mentiras y mal entendidos que sólo promueven la división. Él sabe que la  unidad activa una fuerza mayor que ningún obstáculo podría detener porque todos batallan por lo mismo. Por tal razón él insiste en llevar a cabo sus planes, empezando aun por el más fuerte.

No sé por lo que tu ministerio o tu familia está atravesando en estos momentos, pero si aplicáramos esta frase: “La unidad hace la fuerza” todas las metas se cumplirían; la carga no estaría sobre una sola persona sino en varias y sería más fácil sobrellevarla. Además que si el enemigo se levantase en nuestra contra juntos lo aplastaríamos al instante porque estaríamos unidos en un mismo propósito. De lo contrario el egoísmo, el orgullo, no permiten que nos unamos sino que cada quien busque sus propios intereses, lo que da como resultado la separación.

Por supuesto que no es sencillo trabajar en equipo, cada quien tiene un pensamiento diferente y llegar a un acuerdo es cosa seria. Pero debemos entender que ésa es la manera que Dios ha elegido para ayudarnos a crecer y vencer a nuestro adversario.

Este es el tiempo de unirse como familia o como iglesia para ejercer fuerza contra los dardos del enemigo y alcanzar todas las promesas que se nos ha dado. Es hora de romper con el individualismo y promover la unidad, es momento de convencernos que somos miembros de un mismo cuerpo y que por lo tanto no debemos hacernos daño entre nosotros, ni dejarle la carga sólo a unos cuantos ¡Porque somos uno en Jesús!

“Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.”

Mateo 18:19 (RVR)

Por Ruth Mamani.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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