“Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos.” 1 Timoteo 6:12 (NVI)

En estos días hemos podido ver a países que han empezado con desacuerdos y que han terminado en guerras, lo cual ha puesto a una gran multitud de luto. Vemos el sufrimiento de aquellos que han perdido seres queridos y aun sus bienes materiales, pero pocos vemos a quienes han dado su vida para que esto no empeore, nos somos muchos los que nos preocupamos por los soldados.

¿Qué sucede con los soldados que han peleado en la guerra? Unos mueren, otros quedan traumatizados por el hecho, algunos con heridas leves que con el tiempo sanan y tal vez pocos quedan mutilados, pero los que han podido librar la buena batalla y han salido victoriosos, quedan vivos, sin rasguño alguno, listos para el próximo enfrentamiento. De la misma forma al cristiano desde el momento que recibe a Cristo en su corazón, se le es declarada una guerra espiritual permanente y sólo depende de cada uno, el salir en victorioso.

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8)

Todo soldado necesita entrenamiento para librar la batalla. Nosotros como soldados de Jesús necesitamos ejercitarnos y no bajar la guardia porque nuestro adversario no perderá ninguna oportunidad para intentar derrotarnos. ¿Qué estás haciendo para entrenarte? O dicho de otra forma. ¿Cómo está tu vida de oración? ¿Estás meditando en su palabra? No olvides que la Palabra de Dios es el mejor manual de instrucciones para vencer a nuestro adversario.

Si no estás preparado y aun continúas conviviendo con la mentira, el adulterio, los vicios, etc. Créeme que tu fin será la muerte espiritual, ni los choques eléctricos que te den en tu congregación serán útiles para levantarte, pues la decisión está en ti.

Si eres de aquellos soldados que ha caído en el combate y vive imaginando que lo matan finalmente quedarás enfermo mentalmente y no sólo eso, sino que también, perderás la batalla o en el peor de los casos, saldrás sin haberla peleado.

Si como soldado de Jesús te han herido o tal vez han conspirado en contra tuya, es hora de que le permitas al Señor que limpie tus heridas para que con amor pueda vendarlas y suavizarlas con la unción de su Espíritu Santo.

Tal vez has sido mutilado en medio de la batalla y el enemigo te ha quitado el gozo de servirle a Dios en un ministerio y ahora te conformas con congregarte cuando en realidad tienes tiempo para más. Recordemos que en medio de la mutilación se pierde bastante sangre hasta quedar sin vida, y eso es lo que satanás está haciendo en estos días. Por ello debemos estar firmes y preparados para la batalla.

Un buen soldado de Jesucristo es aquél que entró con una mente sana, peleó la batalla y pudo salir bien librado de ella. Este es el soldado que Dios está buscando para hacerlo parte de su ejército real. Y para que al final le sean entregadas las bendiciones que vienen de lo alto. ¿Cómo se logra entrar a la buena batalla y salir sin rasguños? Llevando por completo la armadura de Dios y tan pronto termine la batalla sigamos firmes sin la necesidad de ir a terapia intensiva (Efesios 6:10-20). Si hay algo que le impide al soldado estar firme es el dolor que aqueja su cuerpo. No vayas a la guerra con heridas en tu corazón, necesitas una sanidad completa, de lo contrario, serás presa fácil y el blanco perfecto del diablo, porque él sabrá donde apuntarte para darte por vencido.

¿Quieres ser un soldado que va de victoria en victoria? Prepárate y entrena, tus tiempos de oración y de ayuno y con la palabra en tus labios podrás lanzar misiles para derrotar al enemigo.

Por Ruth  Mamani

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario