¿Tienes un corazón sensible al dolor de otros? Todos enfrentamos momentos de sufrimiento o necesidad, épocas dónde la situación se torna oscura.
Si bien podemos manejar algunos sufrimiento solos, existen situaciones difíciles en las que necesitaremos el apoyo de los demás; así mismo, los que nos rodean necesitarán de nosotros. En esta ocasión aprenderemos a ayudar cómo Jesús.
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.
Marcos 1:40-44 (RVR 1960)
Se presentó a Jesús un hombre que había sufrido mucho, tenía el cuerpo lleno de lepra porque su enfermedad estaba sumamente avanzada y el Señor, movido a misericordia, se acercó y lo tocó para sanarle.
La compasión nos mueve a actuar por alguien que está sufriendo. Jesús sanó de muchas maneras diferentes, incluso con solo una palabra o pensamiento; en este caso eligió sanar con un toque.
Solamente Cristo fue sensible al dolor del leproso por lo que hizo algo diferente a los demás, prefirió mostrarle afecto y tocarlo.
La historia nos enseña que los leprosos eran rechazados, considerados inmundos, y por tanto no tenían lugar en la sociedad.
Entonces, el Señor Jesús sabía que este hombre no solo necesitaba ser sanado, sino incorporado nuevamente a su vida social; por esta razón lo envió ante el sacerdote, quien tenía la autoridad en ese tiempo de presentarle delante de todos como un individuo sano y aceptado.
Según esta historia, ¿cómo debería ser la ayuda de un hijo de Dios? No es suficiente decir «que te vaya bien», a veces es necesario involucrarse en el problema como Jesús, ser sensible al dolor del otro y actuar. Recordemos que el Señor no solo se limitó a limpiarlo, sino que fue más allá.
Si conoces a alguien que enfrenta algún sufrimiento no te conformes con darle palabras de aliento, te animo a ser sensible al dolor y dar lo mejor de ti; a enfocarte en que tu ayuda cubra completamente su necesidad, ¡sigue los pasos de Cristo!
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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