Jesús escogió a sus discípulos cuidadosamente, pues buscaba características específicas para la tarea que realizarían; sin embargo, se relacionó con diferentes grupos de personas.

Por un lado tenemos a las multitudes, que representan las miles de personas que vienen a la casa de Dios por los panes  y los peces. Esto es válido y correcto porque todos llegamos a Cristo por una necesidad. Vinimos heridos, enfermos o con problemas. Jesús  siempre estaba presto para orar por la multitud, liberarla de ataduras, sanarlas y alimentarlas. “Y le seguía  gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos.” Juan 6:2.  Pero el Maestro no contó con ellos cuando fue a la cruz.

Otro grupo son los setenta a los que Jesús llamó y los designó porque tenían cualidades que los diferenciaban del resto, por eso les dio autoridad sobre los demonios y las enfermedades. En sus corazones, ya ardía la pasión por las almas y el reino de Dios. “Después de estas cosas, designo el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de el a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.” Lucas 10:1

Después están los discípulos, los doce que fueron llamados a tener una relación cercana con Jesús.  Ellos tomaron su ADN espiritual, y se convirtieron en los fundadores de la iglesia. Fueron perseguidos y torturados, pero también fueron llamados amigos de Dios porque hacían su voluntad. La obediencia y la sumisión son características notables de un discípulo.

Jesús siempre ministraba  a las multitudes y dentro de ellas encontraba  discípulos, hombres y mujeres especiales que querían conocer al hacedor de los milagros más que a los milagros, el corazón del Padre y trabajar para cumplir la visión de Dios  para llegar al mundo entero  con el evangelio.

La multitud puede estar hoy y mañana seguir el rumbo de su vida porque ya recibió lo que buscaba. El discípulo está comprometido con Dios en obediencia,  pone su vida completamente a su servicio; también  es aquel que se niega a sí mismo todo el tiempo, toma su cruz  cada día  por amor a quien lo rescató de la muerte.

Elige ser un discípulo de Jesús y  recibirás una gran recompensa,   tu gozo  será incomparable. No hay mayor felicidad para el ser humano que el servir a Dios y estar en el centro de su perfecta voluntad.   Sólo con discípulos se puede edificar grandes obras y llegar a cumplir el mandado del Padre.

“Habiendo reunido a los doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.” Lucas 9:1.2

Por Miguel Ángel Veizaga.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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