Una de las cosas más difíciles es nuestra lucha con nosotros mismos. Estar en control de nuestras emociones, de nuestras acciones y nuestras palabras. Pareciera sencillo, pero muchas veces depende de las circunstancias. Sin embargo, necesitamos vivir fortaleciendo el control propio.
A la vez, muchas veces nos dicen que debemos dejar de tratar de tener el control y dar las riendas a Dios. Y sí, hay cosas en las que debemos hacer eso. Pero en cuanto a nosotros, como personas, no podemos más que suplicarle ayuda. Las riendas sobre nosotros mismos son el control propio y con Dios lo estamos fortaleciendo a diario.
Mejor es ser paciente que poderoso; más vale tener control propio que conquistar una ciudad. Proverbios 16:32 (NTV)
Dios valora que nos sometamos a Sus mandatos, que nos pongamos límites y crezcamos en bondad. Mantenernos en Sus caminos requiere de que sigamos fortaleciendo el control propio y no nos dejemos tentar por situaciones o personas que pueden sacar lo peor de nosotros.
Por otra parte, esforzarnos por hacer siempre lo correcto, por decir la verdad aunque nos duela o nos cause rechazo de otros, es importante. Vive la vida en corrección, con honestidad y recordando el respaldo que tienes en Dios. Así vencerás al enemigo mientras sigas fortaleciendo el control propio.
Afortunadamente Dios es paciente como ninguno y nos da miles de oportunidades. Controlar nuestro lenguaje cuando nos hacen molestar, nuestra actitud cuando sentimos que hay injusticias; todo eso cuesta esfuerzo, pero lo podemos logra poniéndonos en manos de Dios.
Sustituyendo la agresividad por inteligencia y control propio, nos fortalecemos y logramos la victoria. Puede ser una lucha difícil, una lucha férrea, pero pidiendo ayuda diariamente a Dios, podemos lograrlo.
Una persona que es violenta o incita a la violencia, no se debe llamar cristiano. Se supone que somos pacificadores, que buscamos la armonía y que vivimos dando amor. Buscamos llegar a acuerdos y convivir respetando y admirando a otros sin importar las diferencias.
Necesitamos pues, fortalecer el control propio para hacer a nuestro Padre Celestial, orgulloso de nosotros. Para estar seguros de que Él aprueba nuestra manera de ser, nuestra vida, nuestras acciones y nos respalda en todo.
Bendito y Amado Dios de mi vida, gracias una vez más por Tu Palabra, por Tu guía y amor hacia nosotros. Gracias por esta enseñanza sobre el control propio, te pido que me ayudes a desarrollar y fortalecer esa área.
Bendito Dios, que no sea yo una mala imagen de cristiano, que pueda yo mostrar Tu amor, Tu generosidad y Tu rectitud. Que no resbale y me deje tentar por el enemigo, y reaccione de manera equivocada. Te lo pido, en el nombre de Jesús, amén.
¿En qué áreas de tu vida sientes que necesitas fortalecer más el control propio?
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