Una joven le pidió a su papá que la llevara a una fiesta. El padre respondió con una negativa, pero ante la insistencia de su hija y los argumentos de que se portaría bien y que sólo deseaba ir a ver, el hombre accedió.

Camino a la fiesta, el padre le dijo a su hija, que llevaba un hermoso vestido blanco:

– Pasemos antes a la mina donde trabajo, necesito buscar algo.
– Pero papá, replicó la muchacha, voy a ensuciar mi vestido blanco.
– ¡No!, contestó su padre, sólo vas a ver, no toques nada.

Entraron a la mina, y al salir, el vestido blanco, hermoso de aquella señorita, estaba sucio, manchado por el polvo del carbón en la mina.
– Papá, mi vestido está lleno de carbón, ¡pero si no toqué nada!- exclamó angustiada la joven.
– Lo mismo sucederá en esa fiesta – le dijo el papá – Vas a ensuciar tu testimonio, tu vida cristiana, por el ambiente de pecado, aunque sólo estés viendo.

Hebreos 12:14 dice: “Procuren (…) llevar una vida santa; pues sin la santidad, nadie podrá ver al Señor.” (DHH).

Estamos rodeados de muchas cosas que pueden manchar nuestras vidas con pecado. A diario somos seducidos por las cosas que ofrece este mundo, por ello es una lucha constante y en ocasiones tendremos que tomar medidas drásticas para no caer.

Un claro ejemplo de esta lucha por mantenerse limpió y puro es José que fue seducido por la esposa de Potifar, pero el decidió “huir” ¿Qué movió a José para tener esa reacción frente a la tentación? La respuesta es su temor y amor por Dios “… ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” Génesis 39:9 (NTV) Si dejamos que el pecado nos ensucie no sólo estamos lastimándonos a nosotros mismos sino que estamos hiriendo a Dios.

Muchos podrán decir que llevar una vida en santidad es mucho sufrimiento; no podemos afirmar que sea así o que no lo es, pero si podemos decir que es para valientes y que vale cada esfuerzo y renuncia, porque habrá una recompensa mayor, “Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.” Santiago 1:12 (NTV).

Puede que estés rodeado de pornografía, alcohol, drogas, actitudes egoístas y maliciosas, y otras cosas más que tratan de apresarte. Quizás no puedas evitar que estén cerca pero sí puedes impedir que se queden en tu mente y corazón, recuerda que “huir” puede salvarte la vida.

Por Judith Quisbert

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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