En un viaje por el océano, una señora se puso tan enferma por el mareo que el médico le dijo que solamente el comer muchas naranjas podría restablecerla. La señora,  en su debilidad dijo:

– Doctor, no se apure, mi Padre Celestial me las enviará. Yo voy a pedírselo ahora.

– Pero, querida señora- contestó él – no olvide que nos hallamos en la mitad del océano.

– No importa, amigo mío; para Dios todo es posible.

Unas horas más tarde, el mismo doctor entraba corriendo hasta la enferma, para poner a los pies de su cama un cesto colmado de naranjas.

Como pudo, nervioso y maravillado, explicó su procedencia:

– Un buque averiado… le hemos auxiliado… un cargamento de naranjas en el buque… un…

– ¡Un milagro de mi Padre Celestial, doctor! – le interrumpió la enferma.

Humanamente vemos miles de impedimentos para todo lo que hacemos y queremos, normalmente confiamos más en las cosas que vemos y percibimos con nuestros sentidos que en Dios, olvidando que para Él no hay nada imposible.

“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?” Jeremías 32:27 (RVR1960)

No importa dónde te encuentres, ni cuáles sean tus circunstancias, si tienes fe en Dios y confías en Él de todo tu corazón verás milagros suceder, aún contra toda posibilidad humana.

A Dios no lo limitan las circunstancias, los lugares ni las personas, lo único que no permite que se mueva la mano de Dios es nuestra incredulidad, nuestra falta de fe.

Pon en acción tu fe, deja de ver las circunstancias que te rodean y cree que para Dios no hay nada imposible.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario