Un niño pequeño jugaba con su padre, subía a un tronco para luego saltar y su padre lo sostenía de su mano. En un momento determinado su padre lo animó a saltar solo pero el niño lo miró con ojos inocentes y le dijo: “tu mano me da seguridad” y continuaron jugando.

Como este niño ¿quién no se ha sentido seguro sabiendo que Dios le sostiene de la mano?, aunque hay situaciones en las que aparentemente tenemos la sensación de que nos ha soltado,  no es así, su fidelidad nos comprueba que no nos abandona.

Muchos dirán que no sienten o no creen que el Señor esté pendiente de ellos; sin embargo, puede que nosotros mismo nos hayamos soltado pretendiendo caminar la vida solos, a nuestro criterio y satisfacción.

Un padre no dejaría solo a su hijo en medio de una tormenta, al contrario lo cobijaría, incluso velando más por el bienestar de su pequeño antes que de él mismo.

El Salmos 56:3 dice: “En el día que temo, yo en ti confío” es parte de la oración de confianza del Rey David cuando era perseguido por los filisteos en Gat. ¿Acaso Dios le dejaría desamparado? No fue así, lo rescató y declara: “Porque has librado mi alma de la muerte, y mis pies de caída, para que ande delante de Dios en la luz de los que viven” Salmos 56:13.

No sueltes la mano de Dios, aunque te hayas alejado vuelve a tomarla y seguirás conociendo el amor verdadero de tu Padre Celestial.

Ten presente hoy que la seguridad que Dios te da es plena.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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