¿Recuerdas las palabras de nuestro Señor Jesucristo en el sermón del monte donde dice Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios? (Mateo 5:9)
Todos alguna vez hemos atravesado por un momento conflictivo donde nos sentimos tentados a responder de mala forma al prójimo, ya sea con el esposo, la esposa, los hijos, amigos, parientes y hermanos en Cristo.
Jesús aun siendo Dios, tuvo que atravesar por momentos difíciles donde, en lugar de responder con mal, respondió con bien y así él promovía la paz entre las personas que le rodeaban.
Te invito a ver un hermoso ejemplo ilustrado en la vida del padre Abraham:
También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. (Genesis 13:5-9).
¿Puedes notar el accionar de Abraham? Siendo una persona con autoridad, se dirigió hacia su sobrino con humildad y palabras blandas. Si analizamos con detalle el texto, vemos que Abraham tenía todo el derecho de ejercer su autoridad como tío, no sólo eso, él era el escogido y llamado por Dios, podía reprender a su sobrino y no habría nadie que le reproche. Sin embargo no fue así, su conducta hacia su prójimo nos deja un valioso ejemplo, cuando dice: Lot, no haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos.
Cuántos remordimientos nos hubiéramos evitado si actuáramos como Abraham y dijéramos, “no haya altercado entre nosotros, porque somos hermanos” de seguro la vida en nuestras relaciones interpersonales sería más sencilla.
¿Qué hubiera pasado si Abraham hubiera tratado mal a Lot?, estoy seguro que hubiera provocado dolor, amargura, resentimiento en su sobrino y hubiera hecho que se alejara de él, mas no fue así.
Cuántas veces nosotros en vez de actuar como Abraham, explotamos en ira, dañamos a nuestro prójimo y provocamos que se alejen de nosotros, con dolor en su corazón, llenos de amargura y resentimiento. Cuando actuamos así, no sólo pecamos, sino que somos piedra de tropiezo para un alma. Jesús nos mandó a amarnos unos a otros y cuando dañamos a un hermano, provocamos distancia a tal punto que la relación con la otra persona ya no sea la misma. Tengamos cuidado.
Recuerda es muy fácil dañar a un hermano. Seamos personas que promueven la paz, y en vez de responder con mal, respondamos con bien.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.