En esta oportunidad quisiera que respondas una pregunta: ¿Disfrutas del trabajo que realizas? Generalmente cuando hablamos de “trabajo” se piensa en una carga que estamos obligados a llevar, pero pocos se alegran de realizarlo.
Aunque trabajar arduamente tiene ventajas, el error es caer en la “sobre-ocupación” con el fin de lograr el éxito y estabilidad; cuando en realidad el exceso de trabajo trae resultados negativos.
La palabra de Dios dice: “Lo mejor que puede hacer uno es comer, beber y disfrutar del trabajo que hace. También vi que esto viene de Dios.” Eclesiastés 2:24 (PDT)
Las escrituras nos enseñan a equilibrar nuestro trabajo; si bien Dios nos impulsa a trabajar y abandonar la pereza, no promueve que uno se esclavice trabajando. Cuando dejamos de disfrutar comienza el estrés, la impaciencia, a dar el mínimo esfuerzo, porque ya no es una bendición, sino una carga pesada que se debe llevar.
Lamentablemente muchos descubren tarde estas grandes verdades. Por ejemplo: cuando enferman de estrés, cuando perciben que han perdido momentos importantes con sus hijos que ya han crecido o en el peor de los casos cuando enfrentan un divorcio por el alejamiento emocional de su cónyuge.
Lo mismo sucede con el ministerio que tenemos, a veces dejamos de disfrutar el servicio que realizamos para el Señor y en lugar de gozarnos en hacerlo, se vuelve una carga debido a que no estamos equilibrando nuestra vida; Dios dice que seamos sabios en el trabajo que realizamos y aprendamos a disfrutarlo.
Recuerda que el exceso de trabajo no trae nada bueno; podrás tener dinero extra, pero no alcanzará para pagar las consecuencias en tu salud física y emocional. En esta oportunidad te animo a despertar antes que sea demasiado tarde, administra sabiamente el tiempo, tanto en tu trabajo, familia, servicio, y así disfrutar todas las áreas de tu vida.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.