La antigua URSS una vez diluida, favoreció al nacimiento de varios millonarios a raíz de la privatización de las grandes empresas públicas. Uno de esos tantos fue Román Abramovich cuya fortuna asciende a 205,4 mil millones de dólares.
Es conocido como el magnate del petróleo y tiene bastantes propiedades alrededor del mundo, entre las que podemos destacar el club de fútbol inglés Chelsea. Todo sabemos la increíble cantidad de dinero que se debe desembolsar cada mes para pagar los sueldos a las estrellas de ese club, pero para el magnate es simplemente en un pequeño pasatiempo de domingo cuando la bolsa de valores está cerrada.

Según una biografía, fue un hombre que supo abrirse campo en las esferas políticas y cuando Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia, se cobró algunos favores consiguiendo varios contratos que le generaron ganancias redondas.
Pero no todo es un cuento de hadas para este hombre. Olga Yúrievna es su primera esposa con la que convivió entre 1987 y 1990, Irina Maladina es su segunda, esposa cuyo romance duró de 1991 a 2007 y actualmente está casado con Daria Zhúkova. Dos divorcios y cada matrimonio siguiente tiene un margen de apenas un año.

Ahora bien, su último divorcio con Maladina le costó 1.500.000 Euros, una cuantiosa fortuna que según la revista Forbes es una de las más costosas separaciones de la historia. La pregunta en torno a estas obscenas sumas de dinero es ¿Cómo una persona tan inteligente para hacer negocios, puede no poder mantener un matrimonio unido?

Hoy en día existen muchos libros y congresos en los que se habla de negocios, incluso se usan ejemplos bíblicos como Abraham, el rey David, Salomón, etc. para usarlos como una ilustración del nivel de riqueza al que uno debería aspirar. Pero Jesús nunca habló de la riqueza terrenal como objetivo, es más. Lucas 12:15 dice: “Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Versión Reina-Valera 1960

El énfasis de Jesús siempre fue hacer riquezas en el cielo más que en la tierra, Mateo 6:19-20. Adicionalmente podemos citar Lucas 16:19-31 que habla de Lázaro y el rico, Lucas 10:4-12 pasaje donde Jesús da instrucciones a sus discípulos de ser como peregrinos que viajan ligero sin llevar muchas pertenencias. Y como la frutilla en la cima de un pastel está Mateo 16:26-27 que dice: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Versión Reina-Valera 1960

Preguntémonos por un momento qué es mejor: ¿Tener un coche potente pero una esposa infeliz?, ¿una casa grande cuyos habitantes estén peleados entre ellos?, ¿Una cena suculenta, pero que nadie tenga tiempo para sentarse y compartir?, ¿Un negocio tan bien remunerado, pero que sólo permita ver a los hijos muy tarde cuando estén dormidos?, ¿Una caja de ahorros llena, pero una vida espiritual vacía?

Con esto no digo que tener riquezas está mal, o que aspirar a un negocio lucrativo esté prohibido, ni que luchar por, como dice proverbios 24:4, llenar las cámaras de todo bien preciado y agradable sea malo. Pero si el afán por ser próspero te está costando tu familia y la necesidad de hacer riquezas en el cielo ha sido relegada a un segundo lugar, quizás deberías replantear tus prioridades.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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