Se cuenta que una vez iba un hombre en su auto por una larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su carro comenzó a detenerse hasta quedar estático.

El hombre bajó, revisó el auto, trató de averiguar qué era lo que tenía. Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto, pues hacía muchos años que lo conducía. Sin embargo, después de mucho tiempo se dio cuenta de que no hallaba la falla del motor.

En ese momento apareció otro automóvil, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda. El dueño del primer carro le dijo: “Mira, este es mi auto de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que tú, sin ser el dueño, puedas o sepas hacer algo”.

El otro hombre insistió con una sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo: “Está bien, haz el intento, pero no creo que puedas, pues este es mi auto”.

El segundo hombre se puso manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el auto y lo pudo arrancar.

El dueño del carro quedó atónito y preguntó: “¿Cómo pudiste arreglar el fallo si es MI auto?”

El segundo hombre contestó: “Verás, mi nombre es Felix Wankel. Yo inventé el motor rotativo que usa tu auto”.

Muchas veces, al igual que el primer hombre, queremos solucionarlo todo por nuestra cuenta, creemos que porque es nuestra familia, nuestra casa, nuestra deuda, nuestro trabajo, nuestros hijos, nuestros corazones, etc. nosotros podremos reparar y solucionar todos los problemas que se presenten y olvidamos que es Dios quien nos creó, que fue Él  quien nos dio las bendiciones que tenemos y creemos que nosotros podemos hacer un mejor trabajo que Él.

Pero lo cierto es que por más que luchemos y nos esforcemos en solucionar un problema, nadie lo hará mejor que Dios, porque Él nos conoce mejor de lo que nosotros mismos podremos conocernos un día, nos ama infinitamente y sabe qué es lo mejor para cada uno de nosotros.

Permite que Dios pueda sanar tu corazón, restaurar tu familia, hacerte soñar de nuevo, entrégale la vida de tus hijos, tu matrimonio y permítele que repare todo lo que está dañado.

Recuerda que la misericordia de Dios es para siempre y que Él cumplirá su propósito en nuestras vidas y ¿cómo no lo haría si somos creación especial suya, hechos a Su Imagen y Semejanza?

“Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos”. Salmos 138:8 (RVR1960)

¿Se rompió algo? Nadie mejor que Dios, tu creador,  para ordenar tus caminos, sanar tu corazón herido, restaurar tu familia, cumplir tus sueños y darte aún mejores. Nunca olvides que Él lo sabe todo de ti, conoce cada detalle y tiene grandes planes para tu vida.

 

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario