Recientemente escuché una prédica en la que se hacía énfasis en la naturaleza egoísta del ser humano. Es verdad que muchas veces, por enfocarnos únicamente en nuestro bienestar dejamos de lado a Dios, creemos que debemos tener o alcanzar todo lo que nos propongamos y hasta renegamos cuando no obtenemos la respuesta que esperamos de Su parte. Todo esto porque queremos ver satisfechas nuestras necesidades, sin considerar si lo que queremos es realmente bueno para nosotros.

La enseñanza que nos dejó Jesucristo es diferente, dijo a sus discípulos que para seguirlo, deberían negarse a sí mismos.

“Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”

Lucas 9:23 (RVR1960)

Es más, en otra traducción se lee de la siguiente manera: “Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme.” (NTV)

Solemos entorpecer el obrar de Dios en nuestras vidas cuando actuamos de forma egoísta, ya que ponemos nuestra mirada en las cosas temporales y materiales. Muchos dirán que es algo duro o difícil de lograr, y en realidad lo es, dejar nuestro yo a un lado y darle ese lugar a Dios requiere esfuerzo y sacrificio; pero no debemos olvidar que si decidimos ser obedientes al Señor, recibiremos Su ayuda para lograrlo.

Tal como lo expresó el apóstol Pablo, contamos con la gracia de Dios para llegar a ser hombres y mujeres conforme al corazón de Dios.

“Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”

1 Corintios 15:10 (RVR1960)

Por Cesia Serna



El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.

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