La Biblia narra que una noche, en la soledad de su campamento, Jacob se preparaba para reencontrarse con su hermano Esaú, y luchó con un hombre incansablemente hasta el amanecer. Cuando éste vio que no ganaría el combate, tocó su cadera, la dislocó y entonces le dijo: – ¡Déjame ir, pues ya amanece! Pero Jacob le respondió: – “No te dejaré ir a menos que me bendigas”. (Génesis 32:24-26)

Ésta es la actitud que cada uno de nosotros debería tener cuando nos acercamos a Dios y le pedimos por las peticiones que hay en nuestro corazón; por ningún motivo deberíamos renunciar a lo que anhelamos, más al contrario tendríamos que seguir suplicando, al igual que lo hizo Bartimeo, que no oyó a los que querían hacerlo callar, sino que clamó mucho más, hasta llamar la atención de Jesús y recibir su milagro. (San Marcos 10:48)

A pesar de las circunstancias que estés atravesando y lo débil que te encuentres espiritualmente, no te des por vencido(a), lucha y mantente firme en tu posición porque la batalla que estás enfrentando es espiritual y sólo la ganarás si perseveras en oración y mantienes tu fe puesta en Dios. No dejes de clamar por ningún motivo hasta que Él te responda y veas hecho realidad lo que tanto anhelas.

“Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.” Salmos 18:6 (NTV)

Dios no hará oídos sordos a tu clamor, Él te responderá el momento exacto y conforme a su voluntad, puedes vivir seguro(a) y en paz porque siempre te dará lo mejor.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.

Deja un comentario