Existen muchas personas que son simpatizantes del evangelio, que se confiesan como creyentes, pero que en la vida diaria no parecieran serlo; seguramente ignoran que lo que dicen solamente tiene valor si lo viven.

Un cambio de actitud

Se cuenta que cuando un avivamiento famoso estaba en su apogeo, miles de personas fueron salvas. Un comerciante dijo: “Este avivamiento no tiene ningún valor; no es así como se hace religión”. 

Pero dentro de breve plazo sus clientes pasaron a su despacho con la finalidad de abonar cuentas muy viejas. Entonces dijo: “Este avivamiento si tiene algún significado, desde el momento en que los individuos saldan viejas cuentas contraídas”. Por ende, asistió al templo y halló a Cristo como su Salvador personal.

Tus palabras no tienen valor si no las vives

Nuestras acciones hablan mucho más alto que nuestras palabras, es por eso que debemos ser conscientes de que la gente no solamente nos escucha, sino que observa todo lo que hacemos.

Todo lo que digamos puede quedar invalidado si nuestras acciones son contrarias, ¿lo has pensado? 

Seguramente conoces a personas a las que les falta el tiempo para hablar de sus virtudes, pero cuando ves sus acciones, aquello que dicen ya no tiene valor. Lo mismo sucede con nosotros, todo lo que predicamos necesita ponerse en práctica, caso contrario serán solamente palabras.

Como hijos de Dios, estamos llamados a ser diferentes, a vivir de acuerdo a Sus principios y no por lo que dice la gente o lo que está de moda. Eso demanda que vivamos sabiamente cada día.

En la carta a los Efesios encontramos el siguiente consejo:

Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. Efesios 5:15-17 (NTV)

Seamos prudentes, responsables y sabios en cómo vivimos, en el ejemplo que damos, que nuestras vidas y nuestro ejemplo puedan ser el mejor sermón que demos a quienes nos rodean.

Oración del día

Padre amado, te pido que me perdones si alguna vez he actuado de una manera que no te agrada, si no he sabido conducirme como hijo tuyo. Ayúdame a vivir tu Palabra y que la gente pueda ver en mí tu amor, bondad y misericordia, ayúdame a ser un buen hijo tuyo, en el nombre de Jesús, amén.

Aplicación

¿Cómo crees que la gente se acerca más Dios? ¿Depende más de lo que escuchan o de lo que ven?

Ana Maria Frege Issa

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