“No digan malas palabras. Al contrario, digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario.” Efesios 4:29 (TLA)

Es triste que muchas personas usan frecuentemente palabras agresivas, hirientes, groseras, etc. con gente que está a su alrededor sin medir consecuencias y el daño que puede causar.

Al calor de las emociones nuestros labios suelen emitir palabras negativas e hirientes que lastimosamente dañan relaciones. Santiago 3:5 dice: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

Oí un dicho: “Cuando la emoción sube la inteligencia baja” y es cierto, porque no piensas todo lo que acarreará tu reacción negativa y más aún cuando estás encendido en enojo dices palabras hirientes, incluso lo que no es, sólo por herir, por “defenderte” a causa del fuego que se provocó en tu interior por algún problema.

Es por ello que debemos tener cuidado de todo lo que almacenamos en nuestro interior, pues todo lo que ingresa a nuestro corazón es el resultado de nuestras reacciones. Lucas 6:45 dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.”

Si frecuentemente tus palabras no son de bien, es el momento que permitas a Dios transformar tu corazón, llenarte de su Palabra, que su Espíritu Santo te ayude a tener control y que toda emoción negativa sea filtrada por Él.

Edifica y no destruyas, pero hazlo con la ayuda de Dios.

 

El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.

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