Una historia de la mitología Griega cuenta cierto conflicto entre dos reinos poderosos: Paris, el hijo menor del rey de Troya se había robado a escondidas a la esposa de Menelao, rey de Esparta. Cuando todo se descubrió comenzó el enfrentamiento de ejércitos entre estas dos ciudades.
Troya era un país rodeado de muero y cuando el ejército Espartano los rodeó, exigieron que el príncipe saliera a luchar para limpiar la ofensa que había cometido.
Aunque Paris tenía cierta destreza con el arco y la flecha, en el combate cuerpo a cuerpo era muy descoordinado y no poseía ninguna habilidad. Su padre el rey lo sabía y enviaba guerrero tras guerrero en nombre de su hijo para pelear por él, pero un hombre llamado Aquiles terminaba venciéndolos a todos. Posteriormente, alguien tuvo la idea de hacer un enorme caballo de madera para concretar la invasión a la ciudad fortificada y como sabemos, todo funcionó según el plan. Los soldados Espartanos invadieron Troya.
Según el relato, durante el asalto a la ciudad, Paris estaba escondido tras un balcón asomándose tímidamente tratando de disparar flechas a los soldados invasores. En ese afán vio a Aquiles entre la multitud a quien intentó matar, pero la flecha que disparó fue desviada por un dios llamado Apolo, haciendo que llegara justo a su talón e hiriéndolo irremediablemente.
Esta es la historia mitológica del Caballo de Troya en la que Paris, el hijo del rey, quedó como un muchacho cobarde al que proteger significaba encubrir sus errores y ayudar, significaba que alguien más debía enfrentar sus responsabilidades
La Biblia también cuenta la historia de varios guerreros entre los cuales podemos destacar a David, un muchachito sin más experiencia en batalla que la que adquirió al cuidar las ovejas de su padre. Incluso 1 Samuel 17:35, menciona que cuando un león o un oso se llevaba a una oveja, lo perseguía para quitárselo de la boca y si el animal volvía a atacarlo, lo agarraba y lo golpeaba hasta matarlo. Posteriormente sabemos que derrotó al más grande y fuerte de los soldados Filisteos, demostrando su valentía y confianza en Dios.
Toma en cuenta las diferencias: Paris todo el tiempo estaba escondido y al final logró derrotar a Aquiles porque alguien más desvió la flecha que lanzó, pero en los relatos Bíblicos todos los guerreros de Dios fueron llamado a ir al frente de batalla. Es verdad que en muchas ocasiones ellos no hicieron nada más que obedecer cierta orden y Dios fue quien hizo todo el trabajo, pero el común denominador es que debían ser valientes y estar siempre al medio de la batalla. Pero ninguno estaba escondido mientras todos se resolvía de alguna manera, Jehová no enviaba a otro soldado a pelear sus batallas y en el caso de David, no usó su poder para desviar la piedra que le había lanzado a Goliat.
Los héroes de la Biblia siempre son mencionados con nombre y genealogía, pero los cobardes casi nunca aparecen más que como personajes sin identidad. Nunca se menciona elogios para gente que no se atreve a luchar, más bien podemos leer capítulos enteros dedicados a relatar historias de hombres y mujeres valientes, que tomaron una promesa o palabra de Dios, enfrentaron una dificultad, encararon el conflicto y que estuvieron dispuestos a creer.
“Tengan valor y firmeza; no tengan miedo ni se asusten cuando se enfrenten con ellas, porque el Señor su Dios está con ustedes y no los dejará ni los abandonará.” Deuteronomio 31:6 Vieron Dios Habla Hoy
No seas como Paris viviendo escondido creyendo que el rey va a enviar a otros a pelear tus batallas, más bien aprende de David, desarrollando nuevas habilidades al enfrentando los retos que tengas hoy y creyendo que el poder de Dios puede actuar a través de ti.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.