Quizás nunca te has detenido a pensar a qué le llamamos normal. Hace unos años, viviendo en Venezuela, manejaba por la autopista. Iba de regreso a casa, y de pronto me percaté que iba por los canales vehiculares con gran comodidad y sin ningún tipo de ajetreo. Para quienes conocen el ritmo de vida de la capital, saben que eso es muy extraño. De inmediato vociferé:
—¡Qué raro! ¡No hay cola (congestión vehicular)!
Pero ¿por qué me pareció raro? Allí fue cuando reflexioné. ¿Te has dado cuenta que así vamos por la vida poniéndole rareza a lo que debería ser normal y a lo que está completamente mal le llamamos normal?
Algunos ejemplos
- Es normal ser indiferente. Es raro preocuparse por otros.
- Es normal pasarse la luz del semáforo. Es raro que un motorizado se detenga si está en rojo.
- Es normal que la gente se ofenda. Es raro que alguien reconozca su error y pida perdón.
- Es normal tener sexo con muchos. Es raro guardarse para el matrimonio.
- Es normal “aprovechar” obtener un dinero extra (aunque sea deshonesto). Es raro ser íntegro.
- Es normal que el político sea corrupto. Es raro ver a un gobernante con temor de Dios.
- Es normal que hoy muchas canciones denigren al ser humano. Es raro escuchar canciones con líricas que vengan del alma para edificar.
En fin, me retracté de ese pensamiento a los pocos minutos de hacerme estas preguntas. Mi deseo es que este mundo empiece nuevamente a ser raro. Que el filtro que le coloquemos a la vida; sea la palabra de Dios y no uno de Instagram. Al fin y al cabo todo lo que está escrito en la Biblia es para que nos vaya bien.
¡Qué aflicción para los que dicen
Isaías 5:20 (NTV)
que lo malo es bueno y lo bueno es malo,
que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad,
que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo!
El siguiente crédito, por obligación, se requiere para su uso por otras fuentes: Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.