Expertos israelíes defienden que la vacuna que usualmente se usa para combatir la tuberculosis limita los contagios y la gravedad de la COVID-19.
Sin embargo, no ha sido aprobado por la Organización Mundial de la Salud. La OMS asegura que no hay pruebas que respalden que el uso de la vacuna contra el Bacilo Calmette-Guérin (BCG) también sea beneficioso para luchar contra la COVID-19.
El equipo de Nadav Rappaport, del departamento de biología computacional de la Universidad e Ben Gurión, en el sur de Israel, contradice a la OMS. Ellos estudiaron estadísticas del 63 % de la población, esto es, de dos tercios de la población mundial; y argumentan que tres décadas después de que muchos países, incluido Israel, eliminaran gradualmente las inyecciones generales de BCG, deberían considerar restaurarlas para combatir la pandemia.
En un comunicado, señalan:
Descubrimos que los países con más cobertura de BCG en los últimos 15 años tienen mejores resultados con respecto al coronavirus: menores tasas de mortalidad y menos personas infectadas.
La inyección de BCG, usada principalmente para combatir la tuberculosis, comenzó a administrarse a humanos hace 99 años, en julio de 1921.
Los investigadores dicen que esta no sustituiría a una vacuna contra el coronavirus; pero sí contribuye a la ≪atenuación de la propagación y la gravedad de la pandemia≫. Es decir, que sí limita los contagios de la COVID-19.
¿Qué han descubierto?
La coautora del estudio, Michal Linial, de la Universidad Hebrea de Jerusalén dijo que, la OMS se ha opuesto firmemente al uso de esta vacuna contra el virus; pero su equipo cree que los países deberían considerar hacerlo de inmediato, porque ≪no hay nada que perder, pero mucho que ganar≫.
El equipo de investigadores recopiló datos sobre el uso de BCG, junto con la incidencia y morbilidad del coronavirus en 55 países.
Y mientras la OMS está esperando ensayos clínicos que indiquen si los recién vacunados tienen mejor reacción al coronavirus; el equipo de Rapaport argumentó que esos ensayos no mostrarán de modo completo los beneficios de la vacuna; esto es porque, según su estudio, los efectos se perciben mejor a nivel nacional.
Linial afirma que si se tratase de una vacuna experimental no estaría tan segura; sin embargo, al tratarse de una vacuna de casi un siglo y con miles de millones de personas que la han recibido, se atreve a aconsejar la renovación de su uso.
La bióloga también reconoció que su investigación es estadística y que no prueba una relación de causa y efecto entre el BCG y el impacto reducido del coronavirus; tampoco explica por qué la vacuna puede ayudar. Sin embargo, dijo que las cifras apuntan a fuertes tendencias que son demasiado importantes para ser ignoradas.
Los investigadores israelíes encontraron que la correlación de BCG era significativa; sobre todo entre las personas de 24 años o menos que habían recibido la vacuna en los últimos 15 años. Entre los adultos mayores que recibieron la vacuna hace años no hubo una correlación discernible entre las tasas de BCG y la infección por coronavirus.
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