Por lo general lo que queremos es que nuestros amigos, nuestra familia, nos apoye, nos incentiven y estén de acuerdo con nosotros en muchas cosas. Pero eso no es ser realista. Ni siquiera es saludable. Hay una teoría que dice que cuando nos ponemos en los zapatos de otra persona podemos tener una mejor visión y opinión de la situación. Pongamos de ejemplo a una amiga que ha tenido muchas selecciones amorosas desacertadas y te gustaría que dejara de hacerlo. Tienes que escoger entre dejarla que aprenda su lección sola o hablarle claro. Hay veces que el cariño hacia una persona puede hacernos crueles para ayudarlos a la larga.
En ese caso, es importante hacerlo de la manera correcta. Yo siempre digo que todo hay que hacerlo con amor. Hasta una crítica, si es que realmente es necesaria. Aunque tengo que reconocer que a veces me ha pasado, que pregunto algo como: ¿Por qué cada vez que yo digo algo, tú haces esto, o dices esto? En el impulso del momento y por la confianza que hay podemos decir algo duro, y si la persona que tenemos enfrente está sensible, puede resultar en una catástrofe. Lo bueno es que al haber amistad, o si es un familiar, uno conversa CON AMOR, y todo se resuelve.
Hay quienes dicen que prefieren ser crueles a veces con sus amistades o sus familiares, porque los quieren tanto que piensan que siendo así, los va a ayudar a lograr una meta o a sentirse mejor después. O los va a ayudar a reflexionar acerca del tema.
Lo cierto es que la comunicación es importantísima. Ser claros, honestos y tener en cuenta los sentimientos de la otra persona son detalles a tener muy en cuenta a la hora de tratar con nuestras relaciones.
No, no creo que necesitamos amigos crueles. Honestos si, claros, sí. ¡Pero con amor!
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido para radio cristiana CVCLAVOZ.